Ahora, esa madre
ya no se ve enferma.
Ahora sólo es madre.
Y su hija le leé
el libro de García Márquez “Ojos de Perro Azul”
La hija leé concentrada.
La madre escucha concentrada.
Concentrada en la presencia
de su hija.
En esa hija, que le da
salud, alegría, felicidad.
Por el hecho de compartir
su estancia en el hospital esa tarde.
Las dos forman un binomio perfecto.
Madre e hija.
Hija y madre.
Ahora, comprendo su modo de
comportarse de la jovencita.
Se sabe querida.
Se sabe amada.
Desde siempre y para siempre.
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Sería maravilloso que todas las madres y las hijas vivieran de esa manera, pero en la vida real es así.
ResponderEliminarQuise decir que en la vida real NO es así.
ResponderEliminarAmbar, ¡esto yo lo vi! y se me hizo tan poco común,que me sentí en la imperiosa necesidad de escribirlo.
ResponderEliminarYa murió la señora que me inspiró este relato.
Era una señora tan llena de entereza,no sé cuantas operaciones le habían hecho,y tú la veías tan calmada,dando consejos,preocupandose por los demás.
Me quedó de herencia la amistad de su hija.
Una linda amistad.
Pero es raro ver que padres he hijos convivan bien.Que se den tanto amor.
Me agrada observar las relaciones familiares.
Observar el comportamiento humano.
Tal vez sea,porque yo no me crié en familia.