Mi tío era muy curioso, sabía hacer muchas cosas.
Carpintería rústica, pero hacia mesas, sillas, banquitos, camas, buros, todo para la casa.
Los muebles de la casa, los tenia pintados, de un modo extraño, tal vez se diría a lo mexicano, de hace mas de un siglo.
Si no, escuchen esto.
Mesa de comedor y trastero, pintados de fondo verde obscuro, con orillitas, amarillas y naranjas, las sillas, igual, pintadas así.
Y las camas, cada barrotito, eran de fierro, cada barrotito, pintado con pintura de aceite, con colores tan alegres, que iban del amarillo, naranja, verde, rojo, que hubo quien dijera, en esta casa, parece que viven solo niños aquí.
No había seriedad en esos muebles.
La seriedad, estaba en el rostro de mi tío.
Mi tío, tenía un huerto, de lo más surtido.
Tomates, del grande, y del tomatillo; calabazas, sandías, chiles, del pico de pájaro, habanero, serrano, piquin, zanahorias, que yo me comía, solo era sacarlas de la tierra, lavarlas bien, y listo.
Hay un sabor diferente, a lo que consumes, recién cosechado. A lo que compras en una tienda.
Estarán cansadas, las legumbres de tanto transporte, de tanto estar refrigeradas, por eso sabrán así, a casi moribundas.
El jardín que tenía mi tío, constaba con variedad de plantas florales.
Unas compraba en invernaderos, y otras, las conseguía en las veterinarias. Compraba unos sobrecitos, y hasta ponía, donde hacia los almácigos de esas plantitas, el sobrecito vacío, para así saber, que planta había sembrado.
Almacigo, es una porción de tierrita, donde se colocan infinidad de semillas para que germinen, y de esas plantitas, se escogerán las mas grandes y fuertes para transplantarlas, a donde será su lugar definitivo, donde estarán previstas de suficiente sol, y espacio.
Criaba pollos, patos y guajolotes.
El les hizo sus corrales, estaban de lujo, con piso de cemento, para poder lavarlos seguido.
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