Y mi tío era el de los cuidados, de todo cuanto estaba en la casa.
El todas las criaturas, las había traído, las criaba, las mimaba.
Y al irse él, pues todo también empezó a agarrar camino.
De un modo, o de otro.
Todo se fue esfumando.
Las plantas, los animales, los seres vivos, son muy sentidos.
Resienten el cambio de dueño.
Por eso dicen que el que se muere, nada se lleva, pero nada deja.
Mi tío duraba largas temporadas para venir.
A veces, mas de 2 años, y nunca escribió una carta a su madre.
Menos a mí.
Riendo, decía, que para qué.
Que las malas noticias volaban, y que si algo le pasaba, pronto lo sabríamos.
Yo lo sentía por su madre, que por las noches, se le iba el sueño, tratando de adivinar, como estaría su hijo ausente.
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