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domingo, 31 de mayo de 2009

(2) Libro "Más allá" (encuentros)

ENCUENTROS


Hay personas que estudian y estudian que porque quieren ver.
Yo sé que ve, el que nació para ver.
Mi casa la habitan seres disímbolos.
Pero…en las calles, es en las calles, donde no sabes con quien te vas a encontrar.
Todos van por la vida, tan campantes, con esas presencias que no se les despegan.
Más aquellas presencias, que no tienen a que cuerpo pegarse.
Un día, vi un hombre con una presencia tras él, como un halo denso de oscuridad, tan oscuro, que ninguna luz se reflejaba, tan oscuro que la luz no la podía atravesar
El “dueño” de esa “capa”, que era mas gruesa y alta que la humanidad que la portaba, caminaba presuroso, se abría paso entre la muchedumbre.
Destilaba odio, rencor, empujaba a los demás transeúntes.
Nadie de ellos le prestaban atención, todos estaban muy ocupados en lo suyo.
Yo caminaba entre el gentío, cuando pasó junto a mi, volteé el rostro, temerosa de esos ojos tan llenos de la nada.
Quería ocultarme entre tantos caminantes, porque si tú “ves”, lo que es visto, también lo percibe.
Y corre uno peligro.
Al pasar junto a mí, fue como si una eternidad de desprecio se arrastrara por el piso, como si un viento muy helado recorriera el espacio entre los demás y yo.
Regresé a casa con un gran cansancio.
Me dolía la cabeza.
Puse música, ¡música! Necesitaba oír música, porque hay seres que existen sólo si está silencioso el ambiente.
Que largo se me hizo el día.
En la noche, ¡por fin dormir! Reposar. A veces sueño lo que ha de venir.
Pero esa noche sentí esa sombra encima de mí.
Era como una losa, estaba furiosa por que la había visto. Me quería destruir, me quería asfixiar.
Mi cuerpo estaba engarrotado, sentía que podía morir.
Pero tengo una fe grande en la existencia de quien me creo, en mi Padre Dios, que me ama a mí.
Las palabras pidiendo auxilio, no brotaban de mi garganta. Me estaba asfixiando con semejante peso, con tanta maldad que estaba desatada, porque la percibí.
Invoco con mi mente, con mi alma, a mi Creador, y la negrura huye.
Envalentonada, al verla derrotada, le grite:
¡Nadie te invitó a venir!
Es que temo, que como ya sabe donde encontrarme, una noche vuelva a visitarme.
Todos andan por las calles, sin saber todo lo que existe, lo que pueden encontrar y lo que es posible que los sigan a sus casas.
Algunos estudian, investigan, desean ver, mirar, oír, descubrir.
Me dicen ¿Como le haces para percibir esos fenómenos y sucesos raros?
Les digo, es que yo nací así.

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