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martes, 5 de mayo de 2009

Familia Dominguez Careta

FAMILIA DOMINGUEZ CARETA

Padre: Carlos Leonardo Domínguez Zacarías.
Madre: Dolores Careta Mellado.
Hijos:
Manolo (†) Domínguez Careta.
Hortensia (†)
Carlos (†)
Dolores (†)
Francisco
Víctor Manuel
Gloria
Blanca Higinia
Noemí
Humberto, profesor de la escuela primaria Expropiación Petrolera.
Arturo
Héctor

(Los que viven, tienen sus domicilios en el pueblo).

Los datos de esta semblanza, los proporcionó el señor Francisco Domínguez Careta.
Narra que su padre era mecánico, y también se dedicaba a la pesca.
Cuando era un niño el señor Francisco, su mamá lo mandaba a la carnicería de don Pedro Maya, a comprar dos pesos de bistec, y de pilón le daban “un guato” de cocido.
Cuando estaba la tienda “La barata”, compraba 50 centavos de galletas de animalitos, y de pilón, le daban un puñados. de dulces Tommy.
En aquellos años, lo original, era la existencia de una molienda, un trapiche, ahí metían la caña, para hacer piloncillo; y los cachos de caña los botaban, y los metían a la melcocha, y a esos pedazos embarraditos les ponían ajonjolí tostado, y venían muchas gentes de Tampico, se llenaba a los alrededores de los que estaban comiendo trozos de caña revolcados en el jugo de caña y bañados de ajonjolí.
Y los hacían como si fueran trozos de Milky Wey, se hacían duros, como chiclosos.
En ese tiempo, un señor vendía turrón por las calles del pueblo, lo cortaba con un hacha pequeña, y por 50 centavos, despachaba muy bien el producto.
Había una panadería, sin nombre esta, y la dueña de esa panadería era doña Angelita, y venían de Tampico a comprar ese pan, que era muy sabroso, ya que estaba batida la mezcla con piloncillo. Era un gusto comer el chichímbre acompañando de un vaso con leche.
Tenía varios trabajadores esa panadería.
En ocasiones, don Francisco Domínguez Careta, después de asistir a las funciones del cine Florida, ayudaba a la batida en la panadería de doña Angelita, le daba un gran envoltorio de pan, para la familia del señor Francisco Domínguez Careta.
Su tío, don Ramón Domínguez Zacarías, tenía una empacadora de pescado, donde trabajaban la lisa, así como la hueva amarilla de la lisa, las cuales salaban, y preparaban para la comercialización.
Su tío, don Ramón Domínguez Zacarías, también salía a pescar; eran tiempo en que se usaba mucho la vela, es decir, las lanchas de vela.
Don Francisco Domínguez Careta, recuerda ese tiempo en que trabajaba en la empacadora de pescado de su tío Ramón Domínguez Zacarías.
En el tiempo de la niñez de don Francisco Domínguez Careta, existía un parque de Béisbol, en el parque militar; y el fútbol, casi no se jugaba en el pueblo.
Cuando doña Dolores Careta Mellado quedo viuda, y con la responsabilidad de 12 criaturas, su hijo Francisco Domínguez Careta, le ayudaba en el sostén de su hogar.
Una señora del pueblo, llamada doña Catalina, hacia empanadas para vender; por cada peso vendido, les daba de ganancia a sus vendedores 20 centavos.
Se iba don Francisco con su canastita a vender las empanadas, en los alrededores del antiguo restaurante de mariscos “El Pescador”, era por los años cincuenta.
Tenían música, como orquesta.
Se ganaba 6 u 8 pesos diarios, y al llegar a su casa…
-Jefa, mire, me gane 8 pesos, tenga 6 para usted.
En ese tiempo, se llenaba de coches por fuera de los merenderos, y las lanchas salían de su atracadero que había cerquita de allí.
En ocasiones, don Francisco Domínguez Careta, se dedicaba a cuidar los carros, con su cubetita y su franela, y ahí era otra entrada de dinero.
Por los años sesentas, venia la orquesta “Tampico” y los “Gatos Negros” a la plaza. También la orquesta “Pegueros”.Se escuchaban las canciones de Julio Jaramillo, y de un cantante muy parecido en el estilo a Julio Jaramillo, llamado Olimpo Cárdenas.
Vino un artista al pueblo, diciendo que se llamaba Ángel Infante, pero don Francisco piensa que no era cierto que se llamaba así, que pudo ser un engaño.
Una señora de Tamos, le salvo la vida al general Lázaro Cárdenas.
Doña Triki Tinoco, una señora de Tehuantepec, al ver en peligro la vida del general, lo tapo con sus puras nahuas y así fue como lo libró.
En aquellos años, hace tiempo de eso; en la subida militar, la vieja subida militar, cuentan… y no es cuento, que una mujer fue asesinada con un machetazo, y su cabeza, arrojada cuadras más adelante por su asesino.
Y a partir de eso, por las noches, en ese lugar y sus alrededores, se aparecía el fantasma de esa mujer asesinada, y no conforme con espantar con su aparición repentina, en el peso de las noches, aventaba su tatema por las patas, del desdichado que se la hubiera topado por su camino.
Bueno, esto que nos cuenta don Francisco Domínguez Careta, es la leyenda de la mujer sin cabeza, una de las leyendas de Pueblo Viejo.
Del viejo edificio de correos, recuerda, como se contaban las apariciones de unos duendes, unos monitos chiquitos; aquí señala don Francisco, que eran de una altura como de medio metro.
Y ya no contó más leyendas del pueblo don Francisco, porque si no nunca acababa.
Narró que formo una familia, y que sus hijos son:

Francisco (†)
Fabiola Domínguez Castellanos, que vive en la estación Manuel, Tamaulipas.
Maria de Lourdes, que vive en Tampico.
Yesenia.
Diana Maria.
Verónica.
Francisco Domínguez.
Gloria Domínguez Castellanos (†).
Omar Adonahy (Adonahy significa Mi Dios).
Ya todos son adultos, y don Francisco sabe que lo quieren y lo respetan.
Hubo una temporada, en que don Francisco Domínguez Careta, comercializaba sus productos sacados de la laguna, en los negocios de Tampico.
Al preguntarle que nos puede comentar de los famosos pemoles de Pueblo Viejo, refiere que una persona que los elaboraba, era la señora Filomena, esposa de don Luís, el cual hacia lanchas de madera, Que ellos vivían… o viven?, por la calle que esta rumbo a donde estaba el merendero de mariscos “El Pesquerito”.
Refiere que el pueblo está mucho más grande, porque ha llegado mucha gente de afuera, que hay más habitantes.
Agradecemos la manera tan amable de compartir su semblanza, a don Francisco Domínguez Careta, que es una persona que no representa la edad que tiene, se ve mucho mas joven; la primera vez que fuimos, mi esposo y yo a su hogar, lo encontramos en plena faena, reparando su lancha, porque el continua con su trabajo de pescador, aunque la laguna ya no de la misma cantidad de marisco que hace años; o talvez si lo da, pero ahora son mas los pescadores.
Comenta: cuando vengo bien cansado de la laguna, bien desecho, me hecho dos pajuelazos con limón y sal, y un cigarrito.
Ya para despedirnos, le pregunta mi esposo:
¿Sabe usted nadar?
¡Pero hombre!, si nací, crecí y vivo tan cerca de la laguna y toda mi vida he trabajado en ella… sería el colmo que yo no supiera nadar.
¿Qué es lo que mas le ha gustado de Pueblo Viejo?
Y su respuesta contundente es… sus mujeres.

Familia Rodriguez Mellado


FAMILIA RODRIGUEZ MELLADO

Padre: Alfredo Rodríguez Vizcarra. Originario de Pueblo Viejo, Veracruz.

Madre: Soledad Mellado. Originaria de Tres Morillos, Veracruz.

Hijas:
Flora Rodríguez Mellado. Nació el 22 de abril de 1916.
Soledad Rodríguez Mellado. Nació el 4 de enero de 1918.

A doña Soledad Rodríguez Mellado, la crió su abuelita, doña Joaquina Vizcarra Garcés, que era originaria de Tampico Alto, y murió el 11 de agosto de 1928.
Nos narra doña Soledad Rodríguez Mellado, que a los 4 años de edad, fue a la escuela de la profesora Regina Hernández, era escuelita particular, que se ubicaba frente al actual hotel Esmeralda, era una casa grande, antigua, de piedra, con techo de teja.
En esa escuela, a donde asistían varios alumnos, daban clases, solo en las mañanas, la maestra Regina, ya mencionada y su hermana Luisita Hernández.
La maestra Luisita les decía…las voy a llevar a pasear, y las llevaba al Paso del Humo, porque ella tenia una ahijada de nombre doña Josefa, en esos terrenos del Paso del Humo.
El camino al Paso del Humo, era franqueado por puros matorrales.
Otro paseo, era caminar por la calle de atrás de la casa de doña Cholita, antes era puro monte ese camino, y existía un solo camino para el cementerio. Se iban por toda la orilla, pasaban por donde estaba la Aduana, lo que había quedado de ella.
Y caminaban hasta llegar a una casa grande, donde había infinidad de animales, los mas bonitos eran unos pavos reales, la dueña de esa propiedad, que colindaba con el cementerio, era doña Manuela Artolozaga Viuda de Zaragoza; tenia ella un sobrino de nombre don Enrique Artolozaga, que tenia una tienda en el pueblo.
Doña Manuela Artolozaga, dejó de habitar la casa que tenia pavo reales, y se convirtió en dueña del terreno, donde hoy se ubica la tienda que era del Sindicato Petrolero.
Doña Cholita escuchó en su niñez, que en ese solar, existió un túnel para huir de los piratas.
Narra doña Cholita, que fue en tiempos del general Cárdenas, que se hicieron los cuarteles hacia arriba del pueblo, porque a los anteriores les llegaba el agua de la laguna, cuando el nivel de ésta subía.
Que existía un internado para los hijos del ejército.
Era de dos pisos, de piedra, como el cuartel viejo, con techo de teja. Sacaban a los niños que estaban en el internado a los desfiles, a marchar alrededor de la plaza.
El cuartel viejo antes de ser cuartel, era casa particular.
Conocida como la casa de los Calleja, sus dueños era la familia de don Aníbal Martínez Calleja.
Esa familia emigró a México, y esa construcción se ocupó después como cuartel. Luego desapareció casi todo lo que alguna vez fue ese cuartel.
Otra construcción antigua, de importancia histórica también, y que tuvo que ser demolida, fue la iglesia antigua, la de material, que estuvo antes que la de madera.
Esta construcción de material, posteriormente a su uso como iglesia, se utilizo como cuartel.
Y estaba en parte de lo que hoy son terrenos de la escuela primaria “Expropiación Petrolera”.
Doña Joaquina Vizcarra Garcés, le regalo a su nieta doña Cholita Rodríguez Mellado una fotografía, donde es posible, conocer como era esa iglesia, que después fue cuartel de Pueblo Viejo.
Doña Cholita Rodríguez Mellado, así como su hija Maria Guadalupe Aguilar Rodríguez, donaron para este libro, una copia de esa fotografía, y es así, como todos podremos asomarnos, y mirar asombrados una y otra vez el pasado del pueblo, de nuestro pueblo.
En realidad no tengo palabras suficientes, para agradecer su aportación de datos, pero sepan que me siento en deuda por su colaboración.

Continúo transcribiendo lo que narro doña Cholita:
Hubo un eclipse total en el año de 1922, doña Cholita estaba en la escuela, y las despacharon a sus casas.
Fue a las 3 de la tarde, todo se obscureció, que hasta las gallinas se treparon a los palos, creyendo que ya era de noche, y al volver la luz solar, bajaron con gran cacaraqueo.
Doña Soledad Rodríguez Mellado asistió a tercero y cuarto grado, en la escuela Ignacio Zaragoza, que era un galerón grande, de madera, y que estaba ubicada en terrenos, donde hoy esta el kinder.
En la escuela Leona Vicario, que era de madera, y se ubicaba en terrenos donde hoy se encuentra el palacio municipal, curso los estudios de quinto y sexto grado de primaria, con la maestra Mariquita Castro de Rivera, que era también la directora.
Solo daban 5 to. Y 6 to. Grado en esa escuela primaria.
Doña Soledad Rodríguez Mellado, conocida en la comunidad cariñosamente como doña Cholita, en su infancia jugaba en el patio de su casa, que es enorme, ya que abarca de un lado a otro de la manzana, siendo sus mejores amigas de la infancia, Dorita Ortega y Amparito Ostos.
El mandado lo surtían en una tienda, que se ubicaba donde ahora es Hacienda, y que era la casa de la familia de don Longinos Pólito.
La tienda era conocida en el pueblo, como la de los Pólito.
Para el suministro de agua, la familia de doña Cholita se proveían de ella de un pozo, que esta al fondo de su propiedad, y que aun esta en funcionamiento.
Posteriormente en Pueblo Viejo, entubaron el agua de la fuente, para surtir a los pobladores.
Cuando doña Cholita Rodríguez Mellado era una niña, ya había luz eléctrica en el pueblo.
El señor Matías Castillo, que vivía por la calle Carranza, poseía una Planta de Luz en su casa; de ahí se proveía a todo el pueblo. Primero solo en las casas había luz eléctrica, después en las calles.
Posteriormente, don Teodoro Cantu adquirió la Plantita de Luz, y la fue haciendo cada vez con mayor capacidad generadora de corriente eléctrica, es decir, la fue haciendo cada vez más grande.
Doña Joaquina Vizcarra Garcés le contaba a su nieta doña Cholita Rodríguez lo siguiente:
Que cuando entraron los villistas a Pueblo Viejo, se oían silbar las balas, y en un cuadro grande, de la casa de doña Cholita, quedo la marca de una de esas balas. Todos los moradores de esa casa, lograron salvar la vida, al tirarse al suelo, mientras pasaba el momento del tiroteo.
Cuando doña Joaquina Vizcarra Garcés, vivía en Tampico Alto, y entraron los franceses, hicieron mucho daño, así como avería y media.
Los franceses que se establecieron en Tampico Alto, hacían mucho pan, siendo la curiosidad de estos, que eran unos tan grandes, que también servían como asientos.
A la edad de 15 años de doña Joaquina Vizcarra Garcés, se apareció la Aurora Boreal, todo el cielo se puso rojo. Jamás se ha vuelto a poner así.
Había la creencia popular, de que cada cien años, se vería la Aurora Boreal. Queda escrito el dato que proporciono la abuelita de doña Cholita, a ver si a nuestros hijos o nitos se les concede observar ese prodigio.

Volvemos con las vivencias de doña Cholita Rodríguez Mellado:
A ella la bautizaron a escondidas, en la casa donde había nacido, en esa casa donde ahora vive, y que fue hecha en el año de 1908, o sea que ya mero cumple el siglo de construida.
La bautizaron a escondidas, porque fue el tiempo en que entraron los villistas al pueblo, y a los curas los mandaban fusilar.
La primera comunión de doña Cholita, fue en la iglesita que estaba en parte de terrenos, de donde hoy esta ubicada la escuela primaria Expropiación Petrolera. En esos terrenos, de lo que hoy es la escuela primaria, también estaba ubicado el Palacio Municipal, que estaba separado de la iglesita, por una calle; esa calle, era para pasar a la escuela Ignacio Zaragoza la que se ubicaba en terrenos de donde hoy esta el Kinder.
Al tumbar las dos construcciones para edificar la escuela primaria Expropiación Petrolera, desapareció esa calle.
El nombre del sacerdote que oficio la misa de su primera comunión era el de Padre Ángel.
Ya estaba la imagen de bulto de la Virgen de la Purísima Concepción; en ese tiempo ocupaba el sitio principal del altar, al frente.
Cuando doña Cholita tenia 10 años de edad, vino al pueblo el general Amarillas, y toda su tropa eran yaquis, y cuando uno de ellos moría, hacían ceremonias luctuosas diferentes a las tradicionales del pueblo.
Los pobladores originales de Pueblo Viejo, comentaban al escuchar la música de flautas y tamborcitos, hay PASCOLA.
Los yaquis se la pasaban toque y toque su música tradicional.
Varios soldados y sus mujeres fallecieron, con calenturas, como que no les cayó el pueblo.
Eran grandotes, muy fuertes, esos soldados yaquis.
La plaza no tenia el cuadro de afuera, era el puro kioskito de adentro, con los poyos, o sea las bancas de cemento.
En la infancia de doña Cholita, no se dejaba oír a los niños las platicas de las personas mayores; con los puros ojos se hacia una seña para que las criaturas se alejaran de aquella reunión de adultos.
Sus familiares de Tampico Alto, cuando deseaban ir a Tampico, llegaban en sus animales, los cuales dejaban amarrados, en el patio de la casa de doña Cholita.
Y partían en lancha, de la laguna de Pueblo Viejo, del lugar conocido como Paso Real.
Don Alfredo Rodríguez Vizcarra, papá de doña Cholita, tenia una lancha que se llamaba Iris, y en ella, la familia era transportada.
Tiempo después hicieron la calle Carranza, hasta el Paso del Humo.
Dejo aquí asentado, que desde que doña Cholita era una niña, ese sitio, aquí en la orilla norte de Veracruz, era conocido como El Paso del Humo, y de ahí, se partía en lancha, para llegar a la Isleta Pérez, ya de lado tamaulipeco.
Después se hizo la calle Mariano Abasolo, que es la que esta frente a la casa de doña Cholita, y por ende, frente a la plaza principal del pueblo, y la presidencia municipal.
Cuando ella tenía unos 15 años de edad, empezaron unos carros ford, los fordcitos, a realizar el trabajo de transporte al Paso del Humo.
El papá de doña Cholita, don Alfredo Rodríguez Vizcarra falleció en el año 1936.
Doña Soledad Rodríguez Mellado, se caso en Tampico, con don Nicolás Aguilar Ibarra, en 1950.
Tuvieron los siguientes hijos:
Maria Guadalupe
Alfredo Nicolás
Lucila.
Cuando el primer ciclón, el del año 1933, el agua de la laguna de Pueblo Viejo, llego hasta las orillas del zaguán de la casa de doña Cholita, el que esta ubicado por la calle Carranza.
Cuando el ciclón de 1955, el 18 de septiembre, nació su hijo Alfredo Nicolás.
Doña Soledad Rodríguez Mellado, había dado a luz en el Hospital Civil de Tampico; ese hospital que en la actualidad, nos mira con la mayoría de sus ventanas desnudas de vidrios.
Cuando entró el ciclón a Tampico, en el hospital civil primero se rompieron los vidrios de las ventanas de la sala de niños, continuaron los destrozos en la de partos, siguió calderas, y luego cocinas.
No había agua, luz, nada.
A doña Cholita le entregaron a su hijo recién nacido, estando el hospital a obscuras.
Al ver doña Cholita que estaba el fenómeno meteorológico entrando con toda su fuerza al puerto, arrancó unas cortinas del hospital, y con ellas protegió a su hijo.
Envolvió a su hijo recién nacido, con todo ese amor que solo una madre puede sentir, al ver un peligro tan grande cernirse sobre su pequeño.
Y con el apretado a su pecho firmemente, corrió a esconderse a un baño.
Paso esa noche terrible, terrible para miles de personas.
Y hasta el otro día, pasado ya el tiempo ciclónico, y a la luz de un nuevo día, fue cuando destapo a su hijo, para decirle en un susurro…a ver, vamos a conocerte.
El hospital, ante las condiciones climáticas tan adversas, no había podido ni siquiera darles de comer a sus pacientes, así que doña Cholita, abandono el hospital encontrando que su hogar matrimonial, qué se ubicaba en Tampico, estaba destechado.
Y entro a su casa, con el agua hasta la cintura.
Recién aliviada de un niño, y sumergirse en esas aguas contaminadas…
Y doña Cholita no se enfermo.
Aquí bien se ve, como Dios ama a las madres, que como doña Cholita, protegen y quieren a sus hijos, así estén en medio de un ciclón.
Su hija Lucila, vive actualmente en Tulancingo, hidalgo.
Su hija Maria Guadalupe, vive con ella, en esa casa, que pronto cumplirá cien años de haber sido construida.
Su hijo Alfredo Nicolás, se caso, y después de un tiempo, murió en Tampico, a la edad de 38 años de edad.
Pero para todos los que creemos que hay un Dios, y sabemos que somos eternos, estamos ciertos que Alfredo Nicolás, vive en la Presencia del Altísimo, y desde ahí, vela por su familia, principalmente por su madre, doña Soledad Rodríguez Mellado.

Familia Anaya Maldonado

FAMILIA ANAYA MALDONADO

Padre: don Sebastián Anaya Agraz.
Madre: doña Petra Maldonado Izeta.

Hijos:
Isabel.
Manuel.
Juventino.
Sebastián.
Maria de la Luz.

Los abuelos paternos de la señora Maria de la Luz Anaya Maldonado, fueron don Manuel Anaya y doña Concepción Agraz, españoles que llegaron a Ocampo.
En ese lugar, compraron grandes extensiones de terreno, ya que habían inmigrado a nuestro país, con un considerable capital económico, en tiempos de guerra en España.
Don Manuel Anaya, era doctor, sus estudios los realizo en su tierra natal y ejercía entre Tula y Ocampo, acompañándolo en el ejercicio de tan noble profesión, su hijo Sebastián Anaya, aprendiendo así, sobre la práctica, todo lo relacionado a la medicina.

Cuando se vino el tiempo revolucionario, ya había muerto don Manuel Anaya, pero por ser de todos conocido, que su hijo, sabia todo lo relacionado con la practica medica, fue raptado por las fuerzas al mando de Francisco Villa, y obligado a acompañarlos, como prisionero, porque les era de mucha utilidad, para atender los casos de enfermedades, partos, y a los innumerables heridos, que estaban entre la tropa villista.

Después de un tiempo, pudo don Sebastián Anaya, huir de sus captores; lográndolo a base de exponer su vida una y otra vez; fue necesario, que atravesara lagunas, sumergido su cuerpo por completo en esas aguas tan frías, logrando respirar por medio de un carrizo, para no ser detectado por los hombres villistas, que no se tentaban el corazón para matar.
Llego a su hogar, completamente empapado, titiritando de frío, y murió pocos días después, victima de la difteria.
Aun no llegaba a los cuarenta años de edad.

Eran constantes las incursiones de los revolucionarios, que se llevaban, al ganado en pie, para irlo consumiendo al paso de los días, y las cosechas, eran arrasadas, y todo lo de valor saqueado.
Las tierras y propiedades de Ocampo fueron quemadas, por los revolucionarios.
Y todos sus habitantes, ricos y pobres, fueron obligados a salir, con solo lo puesto, y bajo una fuerte lluvia, llegando a ciudad Mante, ya de ahí, se dispersaron a distintos lugares del país.
La familia Anaya Maldonado, antes de ser desalojada violentamente, aprovecho un breve momento, para dejar escondidas las monedas antiguas de oro, que vaciaron de unos costales, en un horno de pan, y un pozo de agua.
Y nunca pudieron regresar por ese dinero.
Llegaron a Tampico, y de ahí, la familia se traslado a Pueblo Viejo, con unos familiares.


Y es así, como el destino, determino, que doña Conchita Rodríguez Anaya, y sus hermanos, Juan, Rosalva y Leonor, nacieran en un pueblito del norte de Veracruz; si, ya adivinaron, en nuestro Pueblo Viejo.

Cuando doña Conchita, tenía 8 meses de nacida, ella y su familia fueron a vivir a diferentes lugares, y por ultimo a ciudad Acuña, Coahuila.
Cerca de su domicilio, para ser más exactos, a dos cuadras, estaba el puente del paso, y cuando los hijos de la familia Rodríguez Anaya, estuvieron en edad de estudiar, asistieron a una escuela de monjitas, que se ubicaba en Del Rio, Texas, a solo una cuadra del puente fronterizo.
Su padre, los llevaba y traía, de la escuela.
Cuando doña Conchita, iba a cumplir ocho años de edad, retorno ella y toda su familia a Pueblo Viejo.
Ingresando a la primaria “Leona Vicario”, al tercer grado, como alumna del profesor Manuel.
Solo estuvo en esas instalaciones de madera, por un año.
Del personal, recuerda, que eran maestros: Tita Calleja, Cuco, Ethelvina Mercado Castro, Maria, esta ultima maestra, vivía en esa escuela de madera, en compañía de sus hijos, de los cuales, solo recuerda el nombre de uno de ellos, Héctor.
La directora era la maestra Victoria Herrera de Herrera, que ya en las nuevas instalaciones, fue su profesora de sexto grado.
La maestra Gloria Domínguez, también fungía como maestra de grupo, dándole a doña Conchita, clases de cuarto grado.
La maestra Juana de la Garza Montelongo, trabajo en esos años en la primaria “Expropiación Petrolera”,y posteriormente, se traslado a la escuela de Chijol 17, con el nombramiento de directora de ese plantel educativo.
La maestra Juana de la Garza Montelongo, era tía de la maestra Rosa Eva Velázquez de la Garza.

Siendo una jovencita, doña Conchita trabajo en la refaccionaría “Laredo”, que se ubicaba en Tampico, por la calle Isauro Alfaro, con sus tíos, don Francisco Tamayo y doña Engracia Anaya.

Realizo estudios en la Academia de la profesora Fe Deantes, y posteriormente, en Tampico, se recibió de contador privado.
Se titulo de maestra de corte industrial
La mamá de doña Conchita, la señora Maria de la Luz Anaya Maldonado, tenía en el pueblo, un taller de costura.

Empezó doña Conchita, a trabajar en correos, a la edad de 16 años, en Tantoyuca, Veracruz.
Para trasladarse a su lugar de trabajo, era necesario que utilizara el tren carguero a Magozal, que demoraba todo un dia en llegar; de ese punto, de Magozal, transbordaba para con un segundo dia de camino, poder llegar a Tantoyuca.
Cuando llovía mucho, Tantoyuca quedaba incomunicada, vía terrestre por 15 o 20 días.
Existía una avioneta, con cupo para solo 5 pasajeros, mas el piloto, que realizaba la ruta de Tampico a Tantoyuca, y viceversa, por esos años; en uno de esos viajes, la avioneta sufrió un accidente, quedando varios de sus pasajeros heridos, y muriendo el piloto.
Durante el año en que doña Conchita, trabajo en Tantoyuca, empezaron a abrir los caminos, para las carreteras.
Después de un tiempo, logra su traslado a la oficina de correos de Tampico, cuando era administrador don Miguel Moguel Arjona.

Al quedar una vacante en Pueblo Viejo, presenta ante representantes de correos, venidos de la capital, un examen de competencia, con dos compañeros mas como aspirantes al cargo; y gana el puesto de administradora de correos de Pueblo Viejo, al lograr las máximas calificaciones; y es que ella, conocía todos los departamentos de correos.

Llega al pueblo, a ocupar su cargo, un 12 de septiembre.
Eran cuatro cuartos grandes, comunicados entre si, por grandes puertas de madera doble, con lamina gruesa en medio, y cuatro aldabones cada puerta.
Adicionalmente, las puertas, se atrancaban con una barra atravesada.
Estaban así de reforzados los cuartos de esas oficinas de correos, porque fueron construidos en tiempos revolucionarios.
Existían dos corredores, con muros gruesos.
Un patio amplio, con un pozo, y al fondo del solar, dos cuartos pequeños, uno para bañarse, y el otro, para el servicio sanitario.

Doña Conchita Rodríguez Anaya, tomo posesión del cargo, y se traslado con su señora madre y una sobrina, a ese inmueble.
Inmediatamente, al saberlo, el dueño de una fabrica de cuadernos, le solicito a la nueva administradora, permiso, para por un tiempo breve, almacenar un material que estaba por llegarle.
Y es que el había rentado unos cuartos en el pueblo, sin antes haber verificado el estado de los mismos, y cuando los fue a revisar, se llevo la desagradable sorpresa, de que no tenían techo.
Doña Conchita acepto, y el contenido de papelería de todo un trailer, fue vaciado en unos de los cuartos de correos.
Afortunadamente, los techos de ese inmueble, estaban muy altos, ya que hasta casi el límite, llegaron esos paquetes.
Así que, en la esquina, estaban propiamente dichas las oficinas de correos, franqueadas por un lado, por la cocina, y por el otro, por dos cuartos, utilizados uno como recamara, y el otro, como bodega provisional de papelería.
Y como mayor seguridad, por dentro de la recamara, se coloco una cama enorme, recargada, sobre una de las puertas dobles de madera, la que daba al cuarto habilitado como bodega.

Y ese 15 de septiembre, doña Conchita Rodríguez Anaya, como administradora de correos, había sido invitada para estar en el estrado, donde las personalidades del ayuntamiento, conmemorarían esa fecha cívica.
Pasaron por ella, sus amigas ,una de ellas, era la Chata Pérez, después de la ceremonia del “grito”, pasearon un rato por la plaza, disfrutaron del baile y empezó doña Conchita, a sentirse con cierta inquietud, como temiendo “algo”; a pesar de su extrema juventud, siendo que muy apenas contaría con 18 años, decidió abandonar los festejos de independencia, que estaban muy animados y retornar a su hogar, a hacerle compañía a su señora madre y su sobrina.
Sus amigas la acompañaron en ese camino de regreso a su casa, quedando de verse en los siguientes días.
Como aun no tenían sueño, cómodamente recostadas madre e hija en su cama, leían revistas, como las de “Pepino”, la del “Chamaco”, “La Familia”, cuando en punto de las doce de la noche, sintieron como si alguien empujara la enorme puerta doble de madera, y de ese modo, también movían la cama, donde madre e hija, eran testigas de aquel fenómeno.
En el silencio de la noche, solo se escuchaba…taz, taz, taz, taz.
Doña Conchita, abandono rápidamente la recamara, atravesó la oficina de correos, y salio a la calle, solo con bata de dormir, pero arropada con bastante coraje, por lo que creía una broma de muy mal gusto.
Creyó que el culpable de lo acontecido, se encontraría en el cuarto, que estaba habilitado temporalmente como bodega.
Por esa calle, que se encontraba al exterior de correos, encontró que venia don Domingo Rivera, con un ayudante, y portaba sus redes de pesca, así como una lámpara.
Al saber el motivo de la presencia de doña Conchita, a esas horas de la noche, en el exterior de correos, tomaron la decisión de ayudarla a atrapar al intruso.
Entraron a ese cuarto, recorrieron los pasillos angostos, que se habían formado entre tanta papelería, y no encontraron a nadie.
Y volvieron a cerrarlo, con los cuatro pasadores.

Continuaron las extrañas manifestaciones, y cada que daban las 12 del dia, y las 12 de la noche, todas las puertas, y subraya doña Conchita, eran todas las puertas las que vibraban, no solo la de la recamara; y también la cama de fierro era movida violentamente; entonces tomo la decisión doña Chica, que era la esposa de don Domingo Rivera, de mandar a su hijo Domingo Rivera, a dormir en esa casa, para tranquilidad de la administradora de correos, y su familia.

En ese tiempo, el consumo de agua para tomar, era del pozo, y para mayor higiene, en el cuarto de archivo ocupaban un filtro, colocado este en un pedestal.
Un dia, el cartero, don Emilio Coronado, al ir a tomar agua, vio una replica de el, que estaba cerca de ese filtro, don Emilio agarro un vaso, y de reojo, observo como aquella aparición lo imitaba.
Se sirvió agua del filtro, y la aparición también hizo esa acción.
Por ultimo, don Emilio, tomo agua de su vaso, y esa replica de el, también tomaba agua.
Esta de mas decir, que salio el cartero, pálido del susto, diciéndole a doña Conchita…ni entre ahorita ahí, porque me acaba de pasar esto.

El piso de correos, era de madera, y el escritorio, francamente se utilizaba solo porque no había otro, así de apolillado se hallaba.
En una ocasión, doña Conchita, se encontraba haciendo anotaciones y reportes, las oficinas de correos lucían vacías, porque un muchacho meritorio, de nombre Seferino Pulido, y que ahora es medico en México, había salido a unas diligencias.
Fue cuando doña Conchita empezó a escuchar, un ruidito de monedas que caían, una después de otra, y ese ruido provenía del piso, que se ubicaba exactamente, debajo del escritorio, donde ella se encontraba laborando.
Al mismo tiempo, que se escuchaba la voz de un hombre, en tono muy bajito, tan bajito, como si hablara en secreto, y no se dilucidaba a ciencia cierta, que decía, pero parecía que contara las monedas.

En varias ocasiones, la pared que quedaba junto a la cama, se prendía con grandes llamaradas, que empezaban a deslumbrar a doña Conchita, y que estas llamas, empezaban de más arriba de la parte media de la pared, y llegaban a medio metro del techo.
Esas llamas, apuntaban hacia el techo de correos.
Y así como se aparecían, así de improviso desaparecían, sin que dejaran huella de su combustión.

Es así, como doña Conchita, y su familia, decidieron, cambiar su sitio de residencia, y para evitar, que las oficinas de correos, en horas que no fueran de trabajo, estuvieran solas, se presto un cuarto a unos vecinos.
Era la familia Cruz, que tenia como jefe de familia a don Hilarión.
Entonces a Socorrito, la esposa de don Hilarión, que la empiezan a espantar, pero como ya estaba avisada de que en ese lugar eran frecuentes los sucesos inexplicables, no le cayó de sorpresa, y a puras maldiciones, y exclamaciones airadas de ajos y cebollas, los mantenía a raya.

En una noche de festejos en el pueblo, andando doña Conchita con sus amigas, Lucila Delgado y la Chata Pérez en un baile, se les hizo fácil, ir al servicio sanitario de correos, y al atravesar el patio, vieron en el brocal de piedra del pozo, sentada a una muchacha de pelo largo, güero.
La administradora de correos, creyó que era Lola, la hija de Socorro, la que estaba exponiendo así su vida.
Le hablo a Socorro, y le dijo, dile a Lola, que no haga eso.
Fue entonces, que Socorro, contesto…si Lola, esta adentro bien dormida.
Y fue cuando, todas vieron como aquella aparición, se dejo caer al interior del pozo.
Corrieron a observar el interior del pozo, y la luz de la luna, les permitió percibir, como las aguas del pozo, se movían, como cuando un gran peso ha caído.

El dueño de una carnicería, que se encontraba cerca de correos, don Pedro Maya, estando una tarde destazando una res, vieron los empleados del servicio postal, que un poco de ayuda, no le caería nada mal.
Emilio Coronado, se ofreció a ir a ayudarle a hacer los cortes, y la administradora de correos, antes de que el cartero se fuera, se encamino a recordarle algunos pendientes, para que al volver, no quedaran sin hacerse.
Era tiempo de frío, y doña Conchita, vestía pantalón.
Se escucho como si un puño de monedas, hubieran rodado por el piso, y el encargado de vender los timbres, don Celerino, bromeando, exclamo ¡águila o sol!
Pero no se habían caído monedas al piso, doña Conchita, vació a la vista de los compañeros empleados las bolsas de su pantalón, donde solo traía unos billetes, y cero monedas, y este suceso fue uno de los ya tan mencionados casos extraños de esa construcción.

Se aclararon un poco estos sucesos, o tal vez, se encontró un poco de base, al relatar doña Chica, a la administradora de correos lo siguiente:
Que cuando era pequeña doña Chica, jugando con amiguitas en el patio de esa propiedad, a la roña y a las escondidas, se les hizo de noche, y se metió para esconderse de sus amiguitas, en un como callejoncito angosto, que existía entre los cuartos del servicio sanitario y la pared de la barda.
Delante de ella, iba una pequeña, a la cual empujaba, presurosa, le instaba y le decía de modo apremiante…!hazte para adelante!...!apúrate!
Sentía en sus manos, su cuerpecito de la compañerita de juegos, escuchaba su respiración agitada, y al llegar al fondo de aquel corredor, la niña desapareció, y solo topo con la pared.
No había modo de que esa niña hubiera salido por otro lado, solo existía la salida, por donde doña Chica, estaba.

También relato doña Chica a la administradora, que cuando ella tendría unos 5 años de edad, en esa construcción, se velaron 5 cadáveres.
Que ella recordaba la fuerte impresión que le produjo ver esos 5 ataúdes, alineados uno junto al otro.
Y que se comentaba que eran los cuerpos de 5 primos, que habían vivido, en lo que después fueron las oficinas de correos.
¿Por qué murieron 5 primos el mismo dia?
Vivian con su abuelo, varios nietos, pero había cuatro varones que importunaban continuamente al abuelo preguntándole, a quien le dejaría herencia, a cual de ellos, le tocaría que, cuanto y como, y tal vez, por quitárselos de encima, se le hizo fácil a ese abuelito, decirles, a cada uno, tu serás el favorecido.
Un dia, que estaban todos reunidos, empezaron las recriminaciones, los celos, de ahí a las palabras, a la pelea abierta, y al ultimo los balazos.
Una prima de ellos, hizo cuanto estuvo de su parte, por detener aquella pelea, pero solo consiguió perder también la vida.


Doña Conchita Rodríguez Anaya, estuvo cerca de tres años como administradora de correos en Pueblo Viejo, y después de tratar por un tiempo al joven Gaspar Rodríguez Chapa, a quien había conocido en Tampico, contrajo nupcias, en la capillita del pueblo, que en ese tiempo, era de madera y se ubicaba en donde ahora es el mercado del pueblo.
Su vestido de novia, fue elaborado por su mamá, doña Maria de la Luz Anaya Maldonado.
Renuncio a su cargo como administradora de correos, y se dedico a su hogar, que fue bendecido con el nacimiento de tres hijos, dos mujeres y un varón. Ellos realizaron estudios profesionales, una hija es doctora, todos ya se casaron, y ahora, doña Conchita Rodríguez Anaya, convertida en feliz esposa, madre y abuelita, de una numerosa familia, vive en ciudad Madero, desde hace 53 años, pero continua en contacto con todos sus familiares, amistades y conocidos que tiene en el pueblo, que puede decirse, con justa razón, que doña Conchita, siente amor por Pueblo Viejo.

Familia Biraghi Olvera

FAMILIA BIRAGHI OLVERA

Padre: José Mario Biraghi Esturla. Originario de Génova, Italia.
Al cumplir 15 años, participaba en el cabotaje, ya que su padre, calafateaba los
barcos de madera, en su natal Italia.
Madre: Herlinda Olvera Castro. Le decían de cariño la “Nené ”.
Originaria de Pueblo Viejo, Veracruz.
Habiendo nacido el 23 de marzo de 1897, murió a los 80 años de edad, el 11 de
Abril de 1977.
Hijos:
Mario Eugenio Biraghi Olvera. Nació el 21 de mayo de 1919.
Florentino, nació en 1921, y murió a los 85 años de edad, en el año 2006.
Olivia.
Herlinda, conocida por todos como la “Negrita Biraghi”. Fue maestra del kinder “Federico Froebel”, ubicado en el pueblo.
José.
Jorge, vive en Reynosa.

La “Negrita Biraghi” murió en el año 1996, y a los 75 días de su fallecimiento, también murió su hermano José.
Florentino, Olivia, Herlinda y José Biraghi Olvera, están sepultados en el panteón “La Purísima Concepción”, de ciudad Cuauhtemoc, Veracruz.
Don Mario Eugenio Biraghi Olvera, vive en el pueblo, y es quien me narra los datos que aquí anoto.
Recuerda con mucho cariño a sus tíos, don Trancito Florentino Olvera Castro, al que los sobrinos le decían de cariño “Chichí”, y a su tía, doña Consuelo Alejandre del Ángel.
Nos narra, que fue testigo de que en el año 1933, se quemaron 16 tanques de aceite, de la compañía “El Águila”.
Que el campo de la compañía “El Águila”.estaba ubicado en lo que hoy son los terrenos del campo militar.
Y enseguida del campo de la compañía “El Águila”, se localizaba el campo de la compañía “La Huasteca”.
Solo existían unas 5 o 10 casas de los norteamericanos, en el “Ojital”.

Describe la casa de sus padres, como dos piezas, hechas sus paredes con varas amarradas, como en parrillas, forradas estas con tierra amarilla, revuelta con zácate picado, y enjarradas. Su techo, era de dos aguas.
La calle del frente de la casa de don Mario, se llamaba Ignacio Zaragoza, y después cambio a Francisco I. Madero.
Cuando el ciclón del 55. el agua llego hasta la calle Brasil, y faltaron solo unos 30 o 40 metros, para que llegara a la calle Fco. I. Madero, que en ese tiempo, era su altura inferior.
La esposa de don Mario Eugenio Biraghi Olvera, se llama Alicia Santiago Cruz.
Los hijos de don Mario son:
Magnolia del Carmen Santiago Cruz, Marisol, Amalia Alicia, los cuates Mario y Eugenio Biraghi Santiago.
Agradezco a don Mario Eugenio Biraghi Olvera, y a su esposa doña Alicia Santiago de Biraghi, sus atenciones al relatarme los anteriores datos, para esta semblanza.

Familia Molar Lara

FAMILIA MOLAR LARA


Padre: Demetrio Molar Gonzáles. Originario de Tantoyuca.
Madre: Jesús Lara Flores. Originaria de Tempoal.
Hijos:
Mucia, murió muy pequeña, de mal de ojo.
Demetrio
Benito
Jesús
Leonila
Platón
Don Benito Molar Lara, quien es la persona que me proporciono los datos de la presente semblanza, refiere que nació en el año de 1923, y al igual que todos sus hermanos, es originario de Pueblo Viejo.
Ya murieron Jesús y Platón, y están sepultados en el pueblo. Leonila vive en Altamira.
Que su padre, don Demetrio, de oficio albañil, fue de los que colaboraron en la construcción del kiosco de la plaza del pueblo, así como de los “poyos” o sea las bancas de cemento.
También su padre, participo cuando se llevo a cabo la construcción de la escuela primaria “Expropiación Petrolera”.
Don Benito Molar Lara, siendo en ese tiempo, un jovencito de unos 11 años de edad, ayudaba a su padre, y de el aprendió, el oficio de albañil.
Doña Norberta Ahumada Sánchez, que en paz descanse, era originaria del “Ojital, y fue la esposa de don Benito Molar Lara.
Tuvieron las siguientes hijas: Silvia, Senobia e Hipólita, Pola de cariño.
Silvia e Hipólita, viven, al igual que su padre, por el rumbo a la Fuente, aquí en el pueblo; Senobia, la cual es mi amiga desde la infancia, fuimos compañeras de salón de clases, vive en ciudad Madero, y somos vecinas.

Profesora Juanita Caldera Alferez

PROFESORA JUANITA CALDERA ALFEREZ

Nació en Tampico, el 13 de enero de 1934.
Sus padres fueron, el señor Ángel Caldera, originario de Zacatecas, y la señora Isabel Alférez, originaria de Durango.
La maestra Juanita estudio en la Normal “Alfredo E Uruchurtu”, que era la única en ese tiempo al empezar sus estudios la maestra Juanita; al siguiente año, abrieron la normal “Matías Servando Canales”.
Termino sus estudios en 1953 y en el año 1954, empieza a trabajar, como maestra rural, en la Vía Corta a Magozal, en la escuela “Benito Juárez, durante 9 años.
Continúa por un año, en la escuela primaria, también de nombre “Benito Juárez”, pero esta en la Colonia Bermúdez.
Llega a Pueblo Viejo, en el año 1964, como maestra de grupo.
En 1977, recibe su nombramiento como directora del turno vespertino, de la escuela primaria “Expropiación Petrolera”.
Fue la primera escuela primaria en contar con turno vespertino, de Pueblo Viejo.

En el turno matutino de la escuela primaria, sigue ejerciendo como maestra de grupo, y el plantel laboral es:

Directora: Margarita Cervantes Alférez. Sobrina de la maestra Juanita Caldera Alférez.

Maestras:
1.- Bertha Alicia. Hija de la maestra Mireya Vázquez.
2.- Julia Irene Lara Villalón.
3.- Mirna Maldonado Dávila. Hija de la maestra Maria Dávila.
4.- Elizabeth Palomino .Maestra Bety.
5.- Aurelia Cruz Flores.
6.- Raymundo Espinosa.
7.- Humberto Domínguez Careta. Sobrino de la maestra Gloria Domínguez.
8.- Norma Nery.
9.- Juanita Caldera Alférez.
10.- Enrique Cruz.
11.- Armando Barrón.
12.- Rocío

Intendente: Enriqueta Saldivar.

Plantel laboral del turno vespertino:
Directora: Juanita Caldera Alférez.

Maestros:
1.- Verónica Romo Obregón.
2.- Juanita Salinas Rodríguez.
3.- Humberto Domínguez Careta.
4.- Manuel Velázquez Martínez.
5.- Gustavo Sánchez García. Hijo de los maestros Rafael y Ana Maria.
6.- Lorena.

Intendencia:
Consuelo Resendiz Salazar.

La maestra Juanita Caldera me comenta que recuerda como el profesor Fortunato Sánchez Flores, fue nombrado supervisor interino de Tampico Alto; y como posteriormente, fue supervisor de la zona 225, de la colonia Anahuac.

De la maestra Rosa Eva Velázquez de la Garza, recuerda, que siempre a sus alumnos, los motivaba, y los quería mucho; que siempre les aseguraba a sus alumnas…en Pueblo Viejo no hay niñas feas, todas las niñas del pueblo, son muy bonitas.

La maestra Juanita Caldera Alférez, tiene una hija, cuyo nombre es Marina Paulina Velásquez Caldera, que también es maestra, pero ella de tele secundaria.
Tiene dos hijas, que son, los más tiernos amores de la maestra Juanita Caldera Alférez, ya han terminado sus estudios, son licenciadas, una de ellas, con un excelente trabajo, y su otra nieta, seguirá preparándose, ahora con una maestría.
La maestra Juanita Caldera Alférez, tiene su domicilio en ciudad Madero, Tamaulipas.

Familia Pinete Gutierrez



FAMILIA PINETE GUTIERREZ

Padre: Antonio Pinete Cruz.
Madre: Eulalia Gutiérrez Bermúdez.

Hijos:
Luís
Guadalupe
Lorenza
Antonia
Rosenda

Don Luís Pinete Gutiérrez, el hijo mayor de la familia, narra que llegó a Pueblo Viejo a la edad de 15 años, y que él nació en la ciudad de Jalapa, Veracruz, aclarando, que es Tantoyuca, la “mata “ de la familia Pinete Cruz.
Que empezó a trabajar en 1932, como ayudante del pescador Don Pablo Viscarra, y que en la charanga de don Pablo, recorrían la laguna del pueblo.

En ese tiempo, no había cooperativa de pescadores, que cada quien se rascaba con sus uñas.
Lo normal, era que se trabajara de dos pescadores por charanga, que era muy abundante la pesca de camarón, que extraían entre 40 o 50 kilos, cada pescador lo sancochaba en su casa, y lo llevaba a vender a Tampico.
Se comercializaba en el interior del mercado porteño, exactamente en el centro del mismo.

Todos los hermanos de don Luís Pinete Gutiérrez, nacieron en Pueblo Viejo.
Sus padres se fueron a vivir al ejido “ Guadilla”, que esta por el camino que conduce a Tampico Alto.
Toda la familia Pinete Gutiérrez, se fue a vivir a ese ejido.

Don Luís, dejó su trabajo de pescador, empezando a ganarse la vida “en el jornal” y fue don Pedro Álvarez, quien le dió la responsabilidad de cuidar sus vacas.
Después de un tiempo, también enviaba a don Luís, a vender leche a Tampico.
Salía a las 4 de la mañana, rumbo al puerto; en una mula, llevaba dos bolsas conteniendo 5 litros, de leche cada una, y un cántaro grande, éste con 10 litros.

Si llovía mucho, el agua llegaba hasta un nivel de unos 40 centímetros, y en ocasiones, el agua llego hasta el cine Altamira, antes llamado este cine “Politeamia”.
Se caminaba por esas calles inundadas, por encima de unas tablitas, como si fueran un puentecito.
Duró don Luís en ese trabajo, por espacio de dos años.

A los 18 años, se dió de alta en el batallón 28, que estaba destacamentado en el pueblo.
De aquí, los movieron a Pachuca, Hidalgo.
Estuvo 2 años, de ahí los mandaron a Tuxtla, Gutiérrez, y estuvo por un tiempo de 10 meses, y de ahí los movieron a Tapachula, Chiapas.
Ahí pidió su baja, para regresarse al pueblo, con sus padres.

Estuvo trabajando en “La Pedrera”, extrayendo piedra, quebrándola, y posteriormente, vendiéndola, para sacar el sustento diario.
Cada que trabajaba ahí, pagaba “el explote” al dueño de ese solar.
Que era el permiso que obtenían para realizar su trabajo ahí.
Y comenta, que eran muchos los que se ganaban la vida de ese modo.

De ahí, lo contrataron para trabajar en un rancho de Altamira, a una ordeña, ahí estuvo trabajando por cinco años, y el dueño vendió el terreno, y don Luís, “quedo fuera”.

Se vino otra vez a Pueblo Viejo, a este pueblo, que siempre recibe con los brazos abiertos, a todos los que llegan a sus tierras.
Un señor que tenía criadero de gallos finos, en el ejido “Guadilla”, lo contrato por espacio de 23 años, hasta que ese señor murió, su viuda vendió todo, y con más ganas, don Luís, “quedo fuera”.

Y regresó don Luís al pueblo, se enfermó de una y otra cosa, y ya nadie lo ha contratado.

Don Luís, tuvo con su primera esposa, doña Mercedes Cansino Gordillo, los siguientes hijos:
Hortensia
Martha
Julieta
José Luís
Gumersindo
Guadalupe
Rosa
Y Manuel Pinete Cansino.

Todos ellos viven en Altamira, y lo visitan seguido. Al narrarme esto don Luís, se dibuja en su rostro, la felicidad del padre que se siente querido por sus hijos.

De sus hermanos, sólo continúa con vida doña Guadalupe Pinete Gutiérrez, que tiene su domicilio a unos cien metros del cementerio.
Sus hermanas Lorenza y Antonia Pinete Gutiérrez, están sepultadas en el panteón del pueblo; Rosenda en el cementerio “Las Chacas”, de ciudad Madero.

Ahora es posible localizar a don Luís, en el cementerio de Pueblo Viejo, en compañía de su hijo Martín Pinete Hernández, hijo este de doña Maria Felicitas Hernández Nájera, actual mujer de don Luís; se cobijan padre e hijo del fuerte sol, con la sombra de los numerosos árboles, que existen en el cementerio.
Su hijo Martín Pinete Hernández, auxilia a los visitantes del cementerio, en acarrear el agua, lavar las tumbas, encalarlas.
Muchacho callado, de trato muy agradable, dispuesto a ganarse las monedas que deseen proporcionarle los que lo contraten para ese servicio.
Le preguntan… ¿cuanto te debo? Y contesta tímidamente, lo que me quieran dar.
¡Pueblo Viejo! Es tu tesoro todas esas personas, que luchan tan duro, dia a dia, por ganarse el pan.
Agradezco a don Luís Pinete Gutiérrez, la manera tan amable, en que nos narro a mi esposo y a mí, la semblanza de su familia.
Don Luís cumplirá con el favor de Dios, 87 años de edad, este 25 de agosto del 2007.

Familia Dominguez Zacarias

FAMILIA DOMINGUEZ ZACARIAS

Padre: don Manuel Domínguez. De origen Jamaiquino.
Madre: doña Ramona Zacarías Mellado. Originaria de Tampico Alto.

Hijos:
Víctor Manuel.
Carlos Leonardo
José
Dolores (Lolita)
Ramón
Jesús
Gloria. Nació en 1902.Estudio magisterio en Saltillo, Coahuila. Fue una de las fundadoras de la escuela secundaria nocturna mixta “Cuauhtemoc”.
En los certificados de estudio, firmaba como subdirector o secretario, el profesor Moisés Castro Govea, el cual vivía en contra esquina, a la plaza principal del pueblo, su esposa, era la señora Hilaria del Ángel de Castro (+), y sus hijos son: Renaud, Víctor Hugo, Dora Delia (profesora Dorita) y Moisés Castro del Ángel.
La maestra Gloria Domínguez Zacarías, fue directora de la secundaria nocturna mixta del pueblo,”Cuauhtemoc” la cual se ubicaba en salones de la escuela primaria “Expropiación Petrolera”, y su horario de clases, era de 18:30 a 22:30 p.m.
En el año 1971, cerraron la escuela nocturna.
La maestra Gloria Domínguez, fue maestra de la escuela primaria Art. # 123 de Mata Redonda, Veracruz, y posteriormente su directora.
También daba clases en la secundaria Justo Sierra, que se ubicaba en Colon y Rivera, en Tampico. Su especialidad era la materia de español.
Su hijo se llamaba Crisanto Cruz Domínguez, y murió el 13 de mayo de 1969, a los 33 años de edad.
Sus nietos son: Crisanto Amado, Raquel Alicia, Gloria Ramona, Juan Carlos, Manuel Cuauhtemoc, Maria del Rosario, Jesús Cristóbal, Pedro Joaquín y Cesar Agustín.
La maestra Gloria murió el 17 de marzo de 1978.

Los datos de esta breve semblanza, de la maestra Gloria Domínguez Zacarías, fueron proporcionados, por su sobrino, el C.P. José Ernesto Zetina Domínguez, el cual es hijo de doña Concepción Domínguez Flores y de don Ernesto Zetina Valencia.
El C.P José Ernesto, a quien cariñosamente se le conoce como Nino, amablemente, agrego los siguientes comentarios, de su visión del pueblo, de hace algunos ayeres…

La secundaria nocturna, dentro de su muy numeroso alumnado, contó con la asistencia a la misma de:
Noemí Domínguez Viramontes.
Lilia Guillen.
Dorotea Peralta Rosas.
Lidia, Leonor, Elsa y Lucio Valladares, hijos del matrimonio de don José Valladares y de doña Tana, los cuales eran dueños de la carnicería “Los tres hermanos’, que se localizaba, junto al famoso cine del pueblo. Frente al cine y la carnicería, don Hilario, vendía verduras en un carretoncito. Otra persona, que vendía verduras, por la carnicería de los Maya, era un señor de apellido Acosta.
Nino, también recuerda, que el litro de petróleo, se vendía en 25 centavos.
Que en el centro de salud, que se ubicaba donde hoy vive el dr. Santillán, atendía doña Luchita, la cual inyectaba y era partera. Su hija se llama Gloria.
Por la lomita, que va rumbo al cementerio del pueblo, existía una casa de madera, donde la mayoría de los chiquitines del pueblo, recibían apoyo en el estudio.
Ahí enseñaba, doña Columba Gómez, señora muy respetable, de origen cubano.
La maestra Columba, enseñaba, todos los días de la semana, incluidos los sábados y domingos.
Cuando Nino, ingreso a la primaria, ya sabia leer y escribir, gracias a las clases de la maestra Columba.
La maestra, amedrentaba a los chiquillos flojos, con un par de cinturones, a los que denominaba “café con leche’, solo les decía, a los chiquirrines, mientras señalaba los cinturones que colgaban de una pared… se me hace que quieren “café con leche”.
Pero nunca, llego a pegarle a algún alumno.
Los ponía a llenar planas de la escritura manuscrita.
Bajo la sombra de un higuerón, repasaban las tablas de multiplicar… ¡cantándolas!
Y los acompañaba, en ese repaso, un cotorro, al que llamaban “Don Nato”.
También el cotorro, lanzaba al viento, sus gritos de… ¡Columba!... ¡Tengo hambre!
Era tan buena como maestra, que hasta a don Pancho y a don Manuel, unos chinitos, les enseñó a hablar, leer y escribir el español.


Al lado de la casa, de la maestra Columba, vivía doña “Uche”, y su familia; eran filipinos y vendían dulces.
Otra persona, que también se dedicaba a la venta de dulces, era la señora, conocida por todos como “La pilla”, pero su radio de acción, era en los alrededores de la primaria “Expropiación Petrolera”, ella aun vive, y es posible localizarla, los viernes de rodante, por las mañanas.
Otro vendedor ambulante, era don Pavito, propietario de un carretoncito, muy surtidito de dulces y golosinas.
Gracias, Nino, por estas remembranzas.

Familia Barrios Gutierrez

FAMILIA BARRIOS GUTIERREZ

Padre: Rodolfo Barrios Saint-André, murió en el año 1991.
Madre: Agustina Gutiérrez Larios. Originaria de Chicontepec, Veracruz. Siendo sus padres don Santiago Gutiérrez y doña Evarista Larios Pérez. En el año de 1958, contraen nupcias don Rodolfo Barrios Saint-André, y doña Agustina Gutiérrez Larios.
Hijos:
Amada Luz Ballato Gutiérrez, vive en Villahermosa, Tabasco.
Gabriel Ballato Gutiérrez, vive en la ciudad de México.
Rodolfo, que vive en Chetumal.
Paula Agustina, y Juana Lilia, viven en el pueblo.
José Martín, se encuentra en Panuco.
Don Rodolfo Barrios Saint-André y doña Agustina Gutiérrez Larios, fueron propietarios del negocio de mariscos, “El Pesquerito”, que funcionó, durante 32 años en Pueblo Viejo. Este restaurante, era su local de madera, techo de lámina, y cocina al aire libre. El domicilio del mismo, se localizaba en la calle Laguna # 44.Contaba con personal muy responsable, como su cocinera, doña Teresa Campos; su tortillera, doña Isabel Pecina, y trasteadoras. Doña Agustina Gutiérrez de Barrios, era la administradora del negocio. Cuando el ciclón Inés, el negocio quedo por completo destruido, y se levanto de nuevo, a base de grandes sacrificios.
Y es que el agua de la laguna, llego cerca de la plaza del pueblo. El personal del restaurante ‘El Pesquerito”, apoyaron de manera valiente, el resurgimiento, de ese negocio, que forma ya parte de la historia de Pueblo Viejo.
Doña Agustina Gutiérrez Larios, continúa viviendo en Pueblo Viejo, se nota que le tiene fe al pueblo, que le tiene amor.
He ahí, porque Pueblo Viejo, es eterno.

Familia Gonzalez Garcia

FAMILIA GONZALEZ GARCIA.

Una familia, de las de más arraigo en Pueblo Viejo.

Padre: don Julio González Hidalgo.
Madre: doña Pánfila García Santiago. Originaria de Ozuluama, Veracruz.

Hijos:
José Maria. Murió hace 22 años, un 30 de mayo, si aun viviera, tendría la edad de 88 años.
Amelia. Murió hace 4 años, tenía 82 años al morir.
Julieta Inocencia. Chata de cariño. Murió hace 42 años, tendría 84 años si aun viviera.
Candelaria, Cande de cariño, tiene 85 años de edad.
Victoria, murió a la edad de 2 años de edad, en Panuco, Veracruz.
Eva, nació el 18 de febrero de 1927.
Alma Emerita. Nena de cariño. Trabajaba activamente, en la sociedad de Padres de Familia de la primaria “Expropiación Petrolera”.
Durante años, siempre asistía sino uno, varios miembros de su familia, como alumnos de esa escuela, y ella participaba, entusiastamente, en las actividades para ayuda de la escuela.
Al tiempo, que estaba cerca de sus hijos y sobrinos, checando su comportamiento, guiándolos en el difícil camino de la vida.
Murió el 7 de agosto del 2006.
Nicolás. Chato de cariño, tiene 73 años de edad.

Refiere doña Eva González García, que estudio la educación primaria en la escuela “Leona Vicario”, el primer, segundo y tercer grado.
Y 4 to., 5to. Y 6 to. grados en la escuela primaria “Ignacio Zaragoza”.
Cuando los turno de clases eran dobles, con el siguiente horario: de las 8 de la mañana a 12:30 y de las 2 de la tarde, a las 5 de la tarde. La directora, era la maestra Maria Castro de Rivera. De los maestros de ese tiempo, recuerda a: el maestro Giustano Berrospe.
El maestro Refugio (maestro Cuco), que venia diario a impartir clases desde el Ojital.
Maestro Aparicio Sánchez. La maestra Antonia Cruz Mellado, conocida cariñosamente como la maestra Toñita, y que actualmente, (hablamos del 2007) vive en Tampico, fué maestra de doña Eva González García, de primer grado de primaria.
Don Julio González Hidalgo, padre de doña Eva González García, trabajaba como despachador en el atracadero de lanchas. Don Gerardo Juárez, también laboraba como despachador de lanchas. Su punto de trabajo era, de un despachador, en el lado veracruzano, y la otra persona despachadora, en el lado tamaulipeco. Recuerda que en los años treinta, el pasaje de la lancha era de 20 centavos. Y que las lanchas, tenían los siguientes títulos: Flor, Castulita, Golondrina, Áurea, Angelito, los 7 hermanos, Alfoncito, Joaquinita, Ma. Jesús, Dos Amigos y La Cubanita. Las lanchas se turnaban, unas salían un día, y otras, al otro día. La lancha preferida era “La Castulita”, para los viajes a “La Retama”, y a varios ranchos, para el transporte de quesos, carne seca, cantaros con leche, por ser la lancha mas grande. Su dueño se llamaba don Demetrio Sobrevilla, y sus hijas son Ofelia y Tita Sobrevilla, que continúan viviendo en el pueblo.
El atracadero de las lanchas de lado veracruzano, conocido como Paso Real, estaba ubicado por donde actualmente esta construida una cancha. El atracadero de lanchas de lado tamaulipeco, estaba en el solar del señor Llerena, y ese atracadero es hoy conocido como el paso Casa Blanca. Mas allá del lugar conocido como el paso del Humo, existía el sitio conocido como La Transcontinental, llamado así, porque ahí estaban todos los tanques de petróleo americanos. Para transporte terrestre publico, solo existían cuatro Fords.
El general Lázaro Cárdenas, ordenó la edificación de la zona militar, en terrenos altos, y por un tiempo, continuó en funcionamiento la construcción militar que se ubicaba en la calle Carranza, pero ya solo como cuartel. Mas atrás de lo que hoy es la zona militar, se encontraban las construcciones de los extranjeros, siendo en su mayoría los americanos.
Cuando doña Eva González García tenía de edad 14 años, trabajo en la presidencia municipal, como escribiente.
El tesorero municipal era don Emilio Cordero, y el señor Eduardo Vizcarra Mar, trabajaba con don Emilio Cordero. El presidente municipal era don Domingo Ramos.
El señor Julio Sánchez, era el encargado del registro civil.
La señorita Francisca Gómez, era la responsable del papeleo de las actas de nacimiento, matrimonio y defunción. Posteriormente contrajo nupcias con el señor Avilës, y que era conocido por todos cariñosamente como “el Negro Avilës”, y que fue unos de los pioneros en el trabajo de taxista del pueblo.
Los hijos de doña Eva González García, se llaman Idalia y Julio.
Su hija la maestra Idalia Ibarra, dio clases en la escuela primaria “Expropiación “Petrolera”, durante toda su carrera magisterial, jubilándose en ese plantel. La maestra Idalia Ibarra, es dueña de la primer papelería que se fundó en el pueblo, su nombre era “Papelería Sonia”, ahora “Novedades Miranda”.
Mi esposo y yo, agradecemos las atenciones de doña Eva González García, así como de su familia, al proporcionarnos los datos de la presente semblanza; son una familia que representa a los pobladores de más arraigo de Pueblo Viejo.

Familia Lopez Ramirez

FAMILIA LOPEZ RAMIREZ.

El padre, don Juan López de León, originario del rancho El Paligüiche.
Pescador de la Laguna de Pueblo Viejo.
Murió un 20 de septiembre, hace 14 años.

La madre, doña Eulalia Ramírez Role, doña Lala de cariño, nació el 12 de febrero, del año 1938.Su padre, era don Cliserio Ramírez, esposo de mi tía Rafaela Orozco León. Mi tío Quiche, murió de vejez, pasados los 100 años de edad, y nunca encaneció, su pelo ensortijado.
Se fue haciendo mi tío delgadito, delgadito, encorvadito, que se notaban sus costillas, y usaba un bastón. Callado, callado, pocas palabras, solo las necesarias, solo las meditadas.
Doña Lala, cuido de su padre, por largos años.
Murió doña Lala, el 31 de julio del 2005.
Están sus restos mortales, en el cementerio del pueblo.

La familia López Ramírez, tuvo los siguientes hijos:

Luciano. Chano, mi abuelita, lo contrataba, para que nos ayudara a limpiar los vidrios de la escuela en las vacaciones largas.
Era un poco mayor que yo, y muy trabajador. Me retaba, a quien dejaba los vidrios mas limpios, si el o yo.
Luego, al término de la limpieza de cada ventana, revisaba mi trabajo, y siempre encontraba “fallas”, y riéndose, con su excelente buen humor, le daba otra pasadita, a lo que yo había hecho.
Durábamos días en esa labor, trepados en unas mesas altas, limpiando vidrios, de 30 cms. X 30 cms. Con papel periódico húmedo y seco, que rechinaran; por dentro, por fuera, de cada ventana, de cada pasillo, de los pisos de arriba y de abajo.
Un muchacho muy franco, sincero, sano de mente y corazón, así era Chano, en esos años, en que nos ayudaba, con la limpieza de la escuela.
Un joven, que invariablemente, le entregaba lo ganado, en su trabajo honrado, a su madre.
Cuando ya tenía 40 años de edad, en un choque automovilístico, hace 13 años, Chano se nos adelanto.
El ya sabe, lo que es estar con Dios.

Juan, esta en Matamoros.

Silvestre, es técnico, en barcos mercantes.

Nora Lilia. Vive aquí, en el pueblo.

Sara, esta en Estados Unidos.

Aurelia, la güera de cariño, se caso con Alfredo Mellado de la Rosa, que también es pescador y originario de Pueblo Viejo
Sus hijos son: Flor Estela, de 18 años, Mayra Azucena de 15, Carlos Alfredo de 12, Giovanna, de 11, Hugo Esteban, de 9, Gema de 3 y Anthony Josefa, de solo un año de edad.

Juan Jesús, Pocholo, de quien ya les hable anteriormente, sigue viviendo en el pueblo, y pescando.

Memo, vive en Reynosa, trabaja como albañil.

Lalo, vive en Matamoros, y es empleado de un centro comercial.

Después de un tiempo, doña Lala se vino a vivir con su hija la güera.
Aquí, sus nietos, le dieron calor de hogar, ya de más edad, doña Lala enfermo, y empezó a desvariar, y por las tardes, hasta ya muy entrada la noche, se salía a la calle, por fuera de la casa de la güera, para esperar a Sarita, porque decía, que ya mero vendría.
Los vecinos, le decían, ya métase doña Lala, ya métase, ya es muy tarde, pero eran muy grandes, sus ganas de ver de nuevo a su hija Sarita.
Murió doña Lala, el 31 de julio del 2005.

Familia Perez Orozco

FAMILIA PEREZ OROZCO

El padre, don Pedro Pérez Sóstenes, nació el 29 de junio, de 1905, era originario de Tantoco, Veracruz.
Murió en 1972.
La madre, doña Lucia Orozco Ramos, nació el 10 de noviembre de 1912, era originaria del Ojital.
Hace 40 años, después de ir al cine del pueblo, al salir, se había venido un fuerte norte, y como esa tarde, habían asistido a la película, varios pueblovejences, y el local, estaba resguardado por sus paredes del frío; fue un cambio muy repentino, de temperatura, y doña Lucia, murió de pulmonía fulminante.

El señor Pedro Pérez, y su hermano Atanasio Pérez, tenían un taller de hojalatería y pintura de carros, por la calle Abasolo # 40

La familia Pérez Orozco, estaba formada por sus padres, que ya nombre, y sus hijos:

Fabián, trabajaba como chofer de una empresa refrésquera.
Murió de 48 años de edad, hace 10 años, y fue sepultado en el panteón Jardines del Rosario.

Elvira, ama de casa, tenia 66 años de edad al morir, hace 3 años.
Su sepultura, esta en este pueblo.

Juana, vive en Tampico, y tiene 57 años de edad.

Pedro, hojalatero, jubilado de una agencia automotriz, y vive en Tampico.

Clotilde, Cota de cariño, cumplió 62 años de edad, este 2 de junio del 2007.Su esposo, se llama Leobardo Castillo, su hijo Leobardo Castillo Pérez (+), y su hija, Felipa Lucia Castillo Pérez se recibió en el Tecnológico de ciudad Madero, con altas calificaciones, y es ingeniera química.

Nicolás, Nico, es jubilado de un Banco.

Alberto, Beto, mecánico jubilado de una empresa cervecera.

Tomasa, Tomy, era 3 er. Maestre de Naval, trabajaba como oficinista.
Murió a los 39 años de edad, hace 17 años.
Esta en este cementerio sepultada, cerca del descanso.

Los hijos de don Pedro Pérez, le ayudaban en el taller, pero al paso de los años, consiguieron trabajo, en otros lugares, y el taller, que continua en funcionamiento, ahora es atendido solamente, por sus sobrinos, hijos de su hermano Atanasio.
Ellos son: Tomas, Inés y Julián.
Y sus hijos, han creado otros talleres, ¡en hora buena!!
Pueblo Viejo, vive y vivirá, mientras sus pobladores, sigan amando estas tierras, que han sido regadas, con el sudor de nuestros antepasados.

Profesora Rosa Eva Velazquez de la Garza




PROFESORA ROSA EVA VELAZQUEZ DE LA GARZA























Nació en Tampico, el 2 de diciembre de 1933.
Sus padres fueron, el señor Jesús Velázquez Castillo, y la señora, Francisca De la Garza.
La mamá de la maestra Rosa Eva, también ejerció el magisterio, dando clases en Jaumave, y en Güemez, municipios de Tamaulipas.
La maestra Rosa Eva, realizo sus estudios, en la Normal Alfredo E. Uruchurtu, localizada en Tampico.
Al término de sus estudios, y pocos meses antes de cumplir los 19 años, empieza a desempeñar el magisterio, en la escuela primaria, “Expropiación Petrolera”, de Pueblo Viejo, hoy ciudad Cuauhtemoc.
Corría el año de 1952, y la escuela primaria del pueblo, era considerada como escuela piloto, es decir, con la capacidad de dar clases a grupos de 1 ero. a 6 to. Grado; las escuelas de los alrededores, solo daban 1 ero, 2 do. y 3 er. Grado.
Por eso, al inicio de su profesión, la maestra, en sus grupos, contaba con alumnos, con edad un poco mayor a la de ella.
Su plaza de maestra, estaba incluida en la categoría de semi-rural, es decir, no estaba estipulada como plaza urbana.
La escuela contaba, con terrenos, cerca de la zona militar, donde se sembraban maíz, calabaza, fríjol, tomate.
Existían “tablas” con rabanitos y cilantro. Es decir, largas porciones, tiras de tierra, dedicadas, a esa siembra.
Los alumnos de la primaria, sobre todo los mayorcitos, acudían los lunes, miércoles y viernes, a los sembradíos; los productos de esas parcelas, eran utilizados para la escuela, el excedente se vendía, para utilidad de la misma escuela.
A mi abuelita Luz, siempre le tocaba un poco de lo recolectado.
Los jovencitos solo iban 3 días a la semana, para prácticas de agricultura, porque en esas parcelas, un señor del pueblo, estaba encargado, de su cuidado diario.
Las clases en la escuela primaria, eran mañana y tarde; de 9 a 12: 30 y luego de 14:00 a 16:30
A partir de 1963, se cambiaron las clases a un solo turno.
En el año 1970, se inauguro la escuela “Manuel Azueta”.
La maestra Rosa Eva, no tan solo dio clases en la primaria, sino que también fue su hogar durante un año; vivió en el salón que estaba a mano izquierda, subiendo las escaleras.
Había buscado una casa de renta en el pueblo, y el director de la escuela, le sugirió ocupar, alguno de los muchos salones desocupados de la misma.
La maestra mando pintar un salón, y en compañía de su hermanito Miguel, de 10 años, y su prima Sarita, se traslado a la escuela.

Mi abuelita Luz, ya trabajaba en la escuela, y el hermanito de la maestra, Miguel, después de sus estudios y obligaciones, se distraía, recorriendo los patios, y entablando “platicas” con mi tío Ángel.
Mi tío narraba sus experiencias con marcianos, y platillos voladores.
También, se le podía interrogar sobre su conocimiento del idioma ingles; como estuvo un tiempo en Estados Unidos, a los pequeños, les agradaba que les dijera como se decían los colores, los números o cualquier cosa que se les ocurriera en ese idioma.
Los niños, le hacían rueda, pero no hay que olvidar, que estaba enfermo, y el inspector de la zona escolar, el director de la primaria, y el presidente municipal de Pueblo Viejo, de esos años, movieron sus influencias, hicieron escritos, y lograron que mi tío, se internara en el hospital psiquiátrico, La Castañeda, de la ciudad México.
Duro poco el gusto, mi tío Ángel se escapo.
Se vino a puro patín desde ese lugar; ya tenía días su peregrinar, cuando por la carretera de México, venia la familia Rodríguez, y que lo reconocen, como el hijo de la conserje de la escuela primaria.
No lo podían creer.
Mi tío Ángel, tenia las piernas hinchadas, los pies reventados; y compadeciéndose de el, pararon su vehiculo, lo llamaron, y lo subieron a su camioneta, dándole un raid al pueblo.
Duro tiempo se recuperación, y ya descansado de esa travesía, volvió a estar rodeado de chiquitines preguntones, curiosos, como son todos los niños de todo el mundo, y de todas las épocas.
Un dia de clases, en el segundo piso de la escuela, se armo un alboroto.
Corrieron los maestros, y el señor director; mi tío tenia fuertemente agarrado a un alumno.
Le gritaron: ¡Ángel! , ¡Suéltalo!
Y obedeció, Gracias Dios.
De nueva cuenta, se hicieron tramites, y ahí va mi tío, de retache al hospital psiquiátrico.
Ahí estuvo internado, hasta que cerraron ese hospital.
La maestra Rosa Eva, me cuenta que en esos años, cuando aun no había electricidad en la escuela, ensayaban las rondas infantiles, a falta de música, tarareando y palmeando; en una ocasión en que ella y la maestra Flor de Maria Ortega, estaban en un ensayo, llegaron unas personas a recorrer la escuela, guiados por el señor director de la misma.
Después, esas personas, se quedaron cerca de ellas, observando sus esfuerzos con los chiquitines.
Al término de ese ensayo, se acercaron a ellas, las personas visitantes, y cual seria su sorpresa, que era el general Lázaro Cárdenas del Rio, en compañía del presidente municipal, y otras personalidades.
Las saludaron, las felicitaron, el general Lázaro Cárdenas, después de su recorrido, porque había venido a constatar, que clase de reparaciones necesitaba la escuela, porque se había enviado un oficio para pedir ayuda, para su mantenimiento y rehabilitación; comento serio, que si desde su inauguración de la escuela, hubieran guardado, un centavo diario, en ese tiempo, tendrían mas que suficiente, para hacer las mejoras, que se estaban necesitando.
Sabio consejo, pero difícil de seguir; una escuela, siempre tiene muchos gastos, y pocas entradas.

Cuando estaba la maestra Victoria Herrera, vino de visita a la escuela, Tin Tan, con su compañero Marcelo, ya que este, era sobrino de la maestra Victoria.
Fue una visita sorpresa, y los habitantes del pueblo, tal vez, pocos, sino poquísimos, se dieron cuenta.
Mientras Marcelo, platicaba con su tía, Tin Tan, disfrutaba del ambiente de la escuela, del pueblo, de nuestro Pueblo Viejo, que esa vez, si que lo encontraron dormido.
Como quien dice, era pleno dia, pero para los habitantes del pueblo, paso de noche Tin Tan, por ese lugar.


Le pregunte a la maestra, Rosa Eva, si ella sabia algo, del señor que llamaban “ el mataperros”, y me comento, que existía una persona, que se sentaba en la plaza del pueblo, a leer el periódico, y la chiquillería del pueblo, gustaba hacerlo enojar gritándole :
¡“mataperros”! ¡Hey!! ¡“mataperros”!
El aseguraba, yo no soy ningún mataperros; ¡solo porque mate un perrito!, por eso, ya me pusieron ese apodo.
Solo vengo tranquilamente a leer el periódico, bajo la sombra de estos árboles, y estos chamacos que no me dejan en paz.
Pero los niños del pueblo, agarraban cuerda, sobre todo porque se daban cuenta, que el periódico, lo sostenía el señor, con las paginas y las letras al revés, ¡no sabia leer!

Existió otro personaje folclórico en el pueblo, era un borrachito consuetudinario, eran tiempos del presidente Ruiz Cortinez, uno de los presidentes, que mas trabajo por México; este señor, arribaba a la placita, todo sucio, zombi de francachelas, sin peinar, zapatos sin amarrar agujetas, desfajado, y al darse cuenta, que los pobladores lo miraban con desaprobación, se dejaba caer, cuan largo era, en cualquier “poyo” o banca de cemento de la placita. Ahí se acomodaba, como si estuviera en su cama, cruzados los brazos, y de vez en cuando, hasta roncaba.
Si alguien al pasar cerca de el, murmuraba: ¡que vergüenza!
El borrachito, volviendo trabajosamente su cabeza, tratando de enfocar al que había dicho eso, gritaba…
¡Para vergüenzas, con Ruiz Cortinez!
Ya se imaginaran, sino era del diario, decirle, a ese borrachito… ¡que vergüenza!

Mi abuelita Luz, me llevo a presentar con la maestra Rosa Eva, cuando yo llegue al pueblo.
La maestra tenía mucho material didáctico, unas figuras de madera, pulidas y barnizadas, con formas de cubos, pirámides, esferas.
Esas figuras tenían un alto de unos 25 centímetros.
También contaba con cuadernos para colorear; una enciclopedia, guardada cuidadosamente en una caja de cartón, cada tomo, con forro de plástico grueso, su contenido era muy amplio, de varias materias, constaba con muchos dibujos, la mayoría a blanco y negro, uno que otro a color.
Pues esa enciclopedia, le pidió a mi abuelita, que se la guardara.
Se deposito en lo alto de un ropero, lejos de mi alcance.
¿Ustedes creen eso?
¿Qué estaba lejos de mis manos?
Cuando mi abuelita se iba a su quehacer, yo ponía cosas y cosas, sobre una cama, que estaba cerca de ese ropero.
Se valían almohadas, que luego me catapultaban de lado; colchas, banquitos chaparritos, todo servia para hacer aquellas como torres, que me acercaban a mi objetivo…los libros.
Bajaba con un respeto que rayaba en lo religioso, esa caja con su enciclopedia.
Escogía de volada un tomo, regresaba la caja a su sitio.
Quitaba la torre de cosas, me ponía a leer; tenía cerca algo, donde esconder ese tomo, por si mi abuelita, se apareciera de repente, y leía, leía, y leía.
Cuando calculaba, que ya mero vendría mi abuelita, hacer la torre de cosas de nuevo, guardar ese tomo, en su caja, quitar la torre.
Y si se tardaba mi abuelita en volver, me quedaba la sensación, de que habría podido leer más.
Paso el tiempo, los tomos de esa enciclopedia, con tanto mete y saca, sube y baja, esconderlos de rapidito, cuando mi abuelita se daba alguna vuelta; pues esos tomos se maltrataron, sus tapas de plástico, se rompieron un poco.
Cuando la maestra fue a recogerlos, después de un tiempo, me entro el susto y la tristeza.
Tristeza, porque me gustaba leer y releer, esa enciclopedia.
Susto, porque no sabia como reaccionaria la maestra con el deterioro.
Preocupación, porque sabia, que mi abuelita, si le daban alguna queja, se decepcionaría de mi, por no saber respetar lo ajeno.
Paso el tiempo, cada que la maestra, iba a nuestra casa, por cualquier asunto, yo me escondía.
Cuando, ya de grande, le comente ese detalle, la maestra me respondió…Luchita, yo no los vi maltratados.
Me los hubieras pedido prestados, yo hubiera hablado con tu abuelita, para que te dejara leerlos tranquila.
Lo que pasa, es que de niña, yo era demasiado tímida, en algunas cosas.

Cuando la maestra Rosa Eva, daba clases en la primaria “Expropiación Petrolera”, recuerdo las exposiciones que había al término de los cursos escolares.
Salones, con sus paredes tapizadas por completo de manualidades, bordados en faldas y blusas, manteles, servilletas de cocina, pañuelos, toallas, y deshilados, en diversas telas.
Juguetes, unos de alambre, como muñecos con ceniceros, o de puras rueditas de tela, atravesadas en el alambre.
De los discos de pasta, hacían ceniceros, solo los metían en agua hirviendo, y con unas tenazas, les daban la forma que querían, cuadrada, redonda, ovalados, etc.
Luego, los forraban con estampillas, o recortes de revistas, después barnizados, también hacían lapiceros, de ese material.
Trabajos hacían con las canicas, las metían a hervir en agua, tapada la olla, para evitar cortarse al reventarse los vidrios.
Ya con las canicas pulverizadas, convertidas en diminutos trozos de vidrio, fríos, se pegaban en dibujos, y formaban cuadros dignos de exposición.
Otros trabajo manual era, con los cascarones de huevo, ya lavados, y secos al sol, se hacían trocitos muy pequeños, se pegaban igual a un dibujo, y ya seco el resistol, se pintaban con pinturas de agua.
Un frasco de vidrio, pequeño, se forraba con pedazos de pinzas para de madera, para ropa.
Se le daba forma de pocito de agua, con unas tablitas como travesaño en lo alto del frasquito, y se barnizaba, poniéndole flores, de adorno.
Hacían mascaras de papel mache, es decir, del periódico, embarrado con engrudo, que es el almidón cocido.
Y figuras pequeñas, caritas para títeres de teatro guiñol, o sea los que se movían de manera manual, al introducir los dedos en su cavidad inferior.
Ya secas, después de exponerlas por días al sol, se pintaban.
Aquí los niños, inventaban los diálogos.
En una ocasión, cuando varios de esos niños- artistas, cuidaban sus producciones, yo los observaba desde mi casa, tras de la rejita, y la maestra Rosa Eva, fue a chulearles sus manualidades, y a darles un acicate, para que mejoraran sus trabajos, al decirles…
¿De quien es este? Y ¿este otro?
Aquí los autores, señalaban ufanos sus realizaciones, unos monitos trompudos, otros con la nariz chueca, aquel sin orejas, y la maestra, que les dice…están bien bonitos, pero fíjense bien como los hacen…porque las cosas se parecen a su dueño.
¿Qué?
Oiga no, maestra, salio así porque…y explicaban sus razones y sinrazones, y la maestra se retiro riendo.
Se veía que le gustaba ser maestra. Su carácter, firme, de una pieza, enérgico, pero amable, educado.
No era faltista, era puntual, se arreglaba de modo discreto, pero elegante.
Caminaba erguido, su cabello bien cuidado y peinado; zapato de tacón, perfumada, toda una maestra.
No les gritaba a sus alumnos, pero sabía hacerse obedecer.
Sus compañeros de trabajo, la apreciaban, y aun ya de jubilados, la mayoría de ellos, persiste la amistad.

Un dia que yo estaba calcando un mapa, en casa, con mi abuelita Luz, fue la maestra; y al verme hacer esa tarea, me enseñó, que si por la parte de atrás, yo sombreaba con un lápiz, levemente, por toda la orilla de ese mapa, y después por el derecho, dibujaba el mapa, obtendría un calcado de mejor calidad y mas limpieza.
M e agrado, ese tiempo, que se tomo, para explicarme, con paciencia, como hacerlo.
Casi tengo 50 años de edad, y ahora, acudo a su casa, y le pregunto, con la misma confianza…maestra, ¿como ve esto?

Y después de haber empezado su magisterio, en la escuela primaria “Expropiación Petrolera”, en el año de 1952, de conocer y querer a los pobladores de Pueblo Viejo,
le llego su traslado a la escuela Vicente Guerrero, de ciudad Madero, donde estuvo el periodo de 1972-1973.
De ahí, en el periodo 1973-1974 la trasladaron a la escuela Serapio Venegas, donde se jubilo
En el año 1983.
Para esto, también daba clases en la secundaria # 1, la escuela Francisco Nicodemo, de la ciudad de Tampico, del año 1967 al año 1983.
En la especialidad de biología.
En esos años, fue la única profesora, de las que han ejercido en el pueblo, que estuvo dando clases en esa secundaria.

El esposo de la maestra Rosa Eva, profesor Francisco Hernández Luna, fue maestro de la secundaria # 2, de Tampico, la Lauro Aguirre.
En la especialidad de biología.
Fue mi maestro, de 1ero. y 2 do. Grado, en secundaria.
Todos los hijos de ese matrimonio, realizaron estudios superiores; uno de sus hijos es ingeniero, con doctorado en Paris.
La maestra Rosa Eva, y su esposo, el profesor, Francisco, viven en ciudad Madero, en una casa preciosa, fresca, donde se respira paz y tranquilidad; donde las plantas, se mecen suavemente con el viento, los mangos japoneses dispersan su aroma dulzon ,y las ardillas, los buscan, como su alimento predilecto.

(13) "Pueblo Viejo " Fe y poder de voluntad 5

Al otro dia, muy temprano, llegando, llegando de Tampico, el inspector, de la zona escolar, me mandó llamar, a sus oficinas, y delante de un nutrido grupo de maestros, pidió mi opinión, si la plaza de mi abuelita, me la pasaba a mí, por derecho natural.
Pero mi abuelita me había dejado instrucciones: cuando yo me muera, nada de que te quedas aquí.
Ya tienes estudios, yo porque no estudie, ni la primaria hice, por eso ésta vida tuve que llevar; cuando yo muera, tú vete.
Le dije al señor inspector, no gracias, désela a quien usted quiera.
Y eso que era un sueldo, un poquito menor a la de un maestro federal.
Además contaba con todas las prestaciones, como servicio medico, fondo de retiro, vacaciones pagadas, aguinaldos, etc.
Mi abuelita, me tenía una cuenta de banco, y su último cheque de pago, lo cobre yo.
También me dejo, una parte de su póliza, la otra parte fue para su hijo el maestro.
La fui a cobrar a México, con mi mamá Carmela.
Y lo que se gasto en la funeraria, el gobierno, lo repuso.
Los maestros me ayudaron en todos los trámites. Y siempre, he sentido, que he podido contar con el apoyo de esos maestros.
Por eso, quise hacer este libro, para agradecer a todos esos maestros, haber sido como fueron con mi abuelita Luz y conmigo.
Tambien deseo reconocer en los pobladores de Pueblo Viejo, su calidez,en todo ese tiempo en que nosotros vivimos en ese pueblecito,que está pasando el río Panuco, cruzando el Paso del Humo,con tantas colonias nuevas, con un monumento a Cuauhtemoc, con su escuela "Expropiacion Petrolera" frente a su plaza con kiosko y su iglesia de la Virgen de la Purisima Concepción.
Su Retiro de Lourdes, su Fuente, su laguna, su playa " Hermosa", y todo,todo, lo que hace que ese pueblito del Norte de Veracruz, viva por siempre en cada corazón, de áquel que haya tenido la suerte de haber tratado a sus moradores.
Cosas así, jamás se olvidan.A continuación, pondré breves semblanzas de moradores de Pueblo Viejo, los que acepten mi invitación franca y sincera de aparecer en este pequeño homenaje a ese pueblo tan hermoso y tranquilo,del noste de Veracruz, prometo no añadirle nada, y apegarme fielmente a lo que ustedes describan de sus familias.
Todos merecemos, ver anotados en un libro, a aquellos seres que hemos amado y que a pesar de ya no estar entre nosotros, ayudaron a formar a este pueblo y a formarnos a nosotros, sus descendientes.
Queda la invitación abierta,en esta edición, por la premura, solo aparecerán algunas semblanzas, posteriormente en otra edición de este libro,se añadirán las que quedaran pendientes, y así, hasta que ustedes lo deseen.
Aclaro, no existe costo alguno por aparecer en este libro.
Solo comuniquénse conmigo, denme sus datos y ya está.
También incluida la invitación a maestros y trabajadores que hayan laborado durante una temporada en Pueblo Viejo.

Estoy como siempre, para servirles.

Atentamente:
La nieta de Doña Luz.




Aclaración:

He tratado de basarme, en la realidad, y sólo la realidad.

¿Pero cual realidad?

Si cada quien creémos saber cual es la realidad.

Ahora, que describir, una realidad, de hace muchos años, de una realidad que

percibimos con mente infantil, y juventud inocente, es más difícil.

Alguien dirá, lo que describes en este libro, nunca pasó, o pasó de otro modo, o no

supiste lo que estaba detrás de ésto o de áquello.

Entonces pido:

Hablemos, cuénteme, como veía usted al pueblo en esos años, y esa valiosa aportación

de su modo de ver la realidad de Pueblo Viejo, la incluiré en futuras ediciones.

De antemano, gracias, muchas gracias a todos.

(12) "Pueblo Viejo" Fe y poder de voluntad 4

Y en ese velar a mi abuelita Luz, todo Pueblo Viejo, se hizo presente.
Entraban y salían de la escuela, familias completas, así como en vida de mi abuelita Luz, ella, conocía generación tras generación de alumnos.
Muchos niños la veían como si fuera su abuelita, en los recreos, iban al zaguán, donde ella cuidaba entradas y salidas, y le contaban, seriecitos, sus cuitas de niños, y a veces no tan infantiles esas tristezas, porque muchas veces reflejaban su entorno familiar.
Y también adultos, se acercaban a ella, cuando barría la calle, en las mañanas y le abrían su corazón, y yo de chiquilina, sentadita en la banquetita, escuchaba a mi abuelita dar un consejo de mujer anciana, preocuparse por los demás, y su pecho, guardaba secretos increíbles, que yo supe, y prometí no revelar.
A lo mejor, por eso su pecho se hizo tan grande, era mucho lo que contenía.
A mi me decía, tu carrera, es muy delicada.
Sabrás muchas cosas, de los pacientes que atiendas, mas nunca revelaras lo que veas u oigas.
Es como un secreto sagrado, lo que tú observes, cuando ejerces tu profesión.
Los maestros de la escuela “Expropiación Petrolera”, me hicieron rueda, ese día del velorio, y todos me ofrecieron su casa, sin condiciones.
Y yo acepte irme al hogar de la maestra Adelfa Nava Palacios. No podía irme a Monterrey, porque aun me faltaban meses de servicio social en el hospital civil donde yo ejercía.
Algunos maestros, después de mi decisión, me buscaron, y me insistían.
¿Por qué no te vas con mi familia? En mi casa, tenemos servicio de servidumbre, nada harías, solo tu carrera.
Pero yo preferí a la maestra, porque habíamos vivido muy cerquita, ella en el anexo, y yo debajo de ese anexo, en la que se había convertido en casa del conserje.
Y los hijos de la maestra Adelfa Nava Palacios, yo los vi, cada que llegaban nuevecitos a la escuela, recién salidos del horno, y fueron como unos hermanitos para mi, y así fue, como de la escuela “Expropiación Petrolera” yo me salí.
La última noche que pase en la escuela, esas últimas horas, recorrí la escuela, le dije a sus muros, a sus salones, patios y árboles…ya me voy, gracias por todo.
Tocaba con suavidad, aquellos muros, y los abrazaba, a lo que abarcaba con mis brazos extendidos; pegaba mi oído, tratando de escuchar el rumor de los pasos de mi abuelita, sus pasos que por cerca de 40 años, peregrinaron por esos corredores, y recorría con mi vista, todo ese espacio de la escuela en penumbras, y deseaba de nuevo ver la silueta de mi abuelita Luz.
Recordé que siempre, se han contado anécdotas de apariciones, en esa escuela, de fantasmas errantes.
Y dije en voz alta,…si es posible, ¡aparéceteme, abuelita!, ¡quiero verte otra vez!
De muy niña, una mañana, en que no había clases, por el árbol de la anona, el que se ubicaba por el pozo, vi un Ángel de Luz.
Aun estaba en kinder, pero recuerdo como era, su piel y ropa, parecían del mismo material, más alto que un ser humano, irradiando luminosidad, su color, era de un blanco fuerte, y me extrañó, que todo se veía de un solo tono, no había diferencia, entre su carne, o su indumentaria.
Todo, todo, se veía, como si fuera una sola pieza.
Tendría la corpulencia de una persona de unos 100 kilos, con apostura muy derecha, estaba ataviado con unos botines altos, puntiagudos, faldón tableado un poco mas arriba de la rodilla,( no me pregunten porque traía falda, cuando vean a un ángel, o arcángel, pregúnteselo ustedes, yo les paso al costo lo que vi); portaba en una mano, un gran escudo redondo, que le tapaba parte de su pecho y vientre, en la otra mano, una como lanza, que descansaba en el piso, y su punta, era como medio metro mas alta, que la estatura de ese Ser de Luz.
No me dijo nada, tal vez no alcanzo a decírmelo, porque corrí, ante la aparición repentina de ese ser; aunque uno sea muy pequeño, tiene conciencia de cuando algo se sale de lo normal.
En otra ocasión, de noche, por donde se ubican las escaleras, sentí que me tocaban la espalda, fue como una palmada, pero no voltie.
Buelita, me había dicho, a veces los espíritus, se hacen presentes, si te chiflan, susurran o te hablan, no contestes, no voltees, porque te roban el espíritu, y puedes volverte loca, o caer muerta, de la impresión.
Ella, una vez, escucho que en el segundo piso, se caían unos mesabancos, se percibió, como si el ruido, hubiera provenido de un salón, que estaba en esas fechas como bodega, fue mucho el estruendo, y mi abuelita fue a ver, y no encontró nada fuera de su lugar, todos los mesabancos, estaban en orden, ni uno solo caído.
Pensó, es el eco, de todos los días, y es que las paredes repiten algunas veces, en las noches, lo que pasa en el dia.
Lo mas escalofriante, que a mi me paso en esa escuela, fue cuando por varias noches, oía que rasguñaban los vidrios, de las ventanas de nuestra casa, las que daban al patio del pozo, me ponía a temblar, y me tapaba de pies a cabeza, con las colchas.
Tendría yo en ese tiempo, unos 8 o 9 años, y mi abuelita, a esa hora, entre las 9 y las 10 ½ de la noche, lavaba los servicios sanitarios.
Mi tío José Antonio, era hora en que apenas venia de su escuela.
Les dije,a mi abuelita, y a mi tío Toño, lo que yo escuchaba, permítanme ustedes la frase, sonidos del averno; buelita ,practica, le pidió a mi tío, investigar que pasaba, después de todo, teníamos un foco, por fuera de la casa, por ese lugar de los ruidos, y no se veía proyectada ninguna sombra, en los vidrios, de que era lo que lo provocaría esos sonidos y fue en sábados y domingos, cuando mi tío Toño no iba a su escuela, y buelita me acompañaba, que todos esperábamos los extraños sucesos, y nada de nada.
Seguían entre semana, mientras yo estaba sola, que en ocasiones, prefería, irme con mi abuelita, a desvelar, a quedarme escuchando, como si las uñas de un enorme gato, recorrieran esos vidrios, de arriba, hacia abajo.
Si se encontraba mi tío Ángel, que ya hubiera aceptado ingresar a la casa, y yo le comentaba ¡Ángel, Angelito!... ¿escuchas lo mismo que yo?
Se reía, con un jijiji, atrapado en su pecho, como burlándose de mi miedo, y yo lo increpaba… ¡Ángel!, dime si o no.
Se pasaba nerviosamente, sus manos, por su cara, por sus cabellos, se sobaba los brazos, como si el mismo se abrazara, como si tuviera frío, como no queriendo contestarme, y después de mucho rato, respondía…!si!...!si!,lo oigo, es Satanás, jijijiji.
Y volvía a reír, ahora ya no sabia, si de mi, de mi miedo, o de el, de su miedo.
Bueno, cuando menos ya contaba con un testigo, de esos ruidos; les dije triunfantemente, a mi abuelita, y a mi tío Toño, pregúntenle a mi tío Ángel, el también ha escuchado esos rasguños.
Y cuando lo interrogaron, que empieza, con su galimatías, con su ¡yo no escuche nada!
Yo grite… ¡como que nada!
Acuérdate, Angelito, por favor, acuérdate…
¿Anoche, que oías?
Y Ángel, mi tío Ángel, con su, ¡yo no se nada!
Actuaba ,como si yo lo estuviera acusando de algo muy grave, y luego que se pone enojado, siguió furico, empezó a gritar, a manotear, a señalarme, a quererme pegar y hablaba y hablaba incoherencias, pero bien que se le oyó, lo siguiente…es que el Diablo, la busca a ella,¡A ella!
Y mi abuelita Luz, ¡ya déjenlo!, el no comprende nada, ¡ya déjenlo!
Ángel, hijo, duérmete ya, no les hagas caso.
Tu duérmete, hijo, duérmete ya.
Mi tío Toño, de ahí se agarro, para empezar a burlarse de mi, a decirme, ¿ya vez?, como te portas tan mal, el demonio te anda rondando, ya te echo el ojo, si hasta tu tío Ángel, te lo dice, y eso que esta bien trastornado.
¡Síguele!, ¡síguele!, y no solo oirás las garras del maldito, sino que lo veras, en una noche cualquiera.
¡Maria!!Maria!
¿Mande? Mande, tío.
¿Dónde te habías metido?
Pensé, que ya te había llevado Satanás, tráeme ese martillo, ¡y pronto!, ya vez lo que le pasa a las niñas desobedientes.
Y María por aquí, y Maria por allá…hasta que me canso, y le salí a todos, incluida mi abuelita, que yo lo había inventado, que nada de esos ruidos era cierto, y que ya me dejara en paz, mi tío, con su cantaleta.
Mi abuelita, me dijo, no le hagas caso a tu tío, nunca madurara.
Y yo retire esos sucesos, rezando, y rezando, y rezando, tapada por completo, pero con mi boca bien cerrada, porque luego, se ponía todo de cabeza, y no faltaba, quien, como mi tío, se burlara de lo que oigo y veo.
Y en esa ultima noche en la escuela, yo invocaba al espíritu de mi abuelita Luz.
Lo invocaba, una y otra vez, pero como ella me comentaba, todo lo que existe, esta regido por Dios, y si El, no lo permite, ningún espíritu, ya sea bueno o malo, se puede hacer presente, es decir, que no lo podemos ver, ni oír, si Dios, no le da licencia.
Y esa ultima noche, solo escuche el viento, sentí el frío de mi soledad, vi la pesadez de la negrura, de esa noche en la escuela, pero nada más.

(11) "Pueblo Viejo" Fe y poder de voluntad 3

Y vuelvo con don Elías, el hijo de doña Genoveva, que supo que tal vez, mi abuelita se velaría en otro sitio a la escuela, para que los niños no perdieran tantas clases.
Se velaría, ya fuera en la funeraria de Tampico, ya sea en alguna casa del pueblo, que nos diera esa facilidad, que yo pienso, que en todos los hogares, recibirían a mi abuelita Luz. Así era querida ahí.
Y llego el servicio funerario, yo vestí a mi abuelita lueguito que falleció, con la ropita que se llevaría para siempre, y le puse su almohadita preferida, y cruce sus manos, como en plegaria, y una cruz, puse entre sus dedos.
Ya colocada en su camita eterna, que empiezan a sacarla de la escuela, ya iban por las escaleras del frente, y que aparece don Elías, con una gran comisión de pobladores, que enfadados, exigían que los restos de mi abuelita, se velaran en la escuela. Todo el pueblo apoyaba esa decisión, pero fue don Elías, el que hizo olas, y se movió, y a mi viejecita, se le permitió pasar su ultima noche en la que fue su casa, por casi 40 años.
Ando indagando, aun no se fecha exacta, unos me dicen, que desde 1937, ya era conserje mi abuelita de esa escuela.
Y los maestros también apoyaban esa decisión, y el director e inspector, pero las dependencias oficiales, siempre tienen un superior, y todo son reglas y más reglas, y con esa decisión, serian dos los días perdidos de clases.
Pero los habitantes de Pueblo Viejo, con su arrojo para defender, lo que ven que es justo, impidieron que mi abuelita fuera velada en otro sitio que no fuera la escuela primaria “Expropiación Petrolera”.
Y ahí van para atrás con el ataúd, y pronto…Al salón de actos, por ser el más grande, y se lleno el salón de niños, madres de familia, flores, muchas flores, que parecía que todo Pueblo Viejo, despedía a mi viejecita con mil colores y olores de perfumes dulces, como son dulces los de Pueblo Viejo.
Llegaron algunos primos míos, y mis padres nada.
Ya atardeciendo que llegan, y los del pueblo, rezo y rezo para mi abuelita Luz.
Y mi mamá Carmela, vamos a rezar otra vez. Y estábamos rezando el rosario, con harta gente, cuando se deja venir una tía, con su familia, y mi tío Ángel.
Y como algunos nietos de mi abuelita Luz, los que se fueron al otro lado son de otra religión, que empiezan, con un “Levántate Luz, no estas muerta”, y decían, miren, ya se esta moviendo, “la fe mueve montañas”.
Y en los rostros de quienes nos acompañaban había incertidumbre, esto por aquellas aseveraciones, dichas por personas adultas, y de manera tan seria, pero no sabían que mi tía Chila, cuando venia en vacaciones, de repente, se hincaba a medio patio, diciendo que había sentido una como revelación divina, y levantaba los brazos al cielo, y oraba a gritos, y abuelita, me decía, no le hagas caso, primero abrazo la brujería con muchas ganas, ahora una religión separada de la católica, eso esta mejor.
Y mis primos, seguros que resucitarían a mi abuelita Luz, y yo me enoje, y le dije a mi mamá Carmela, sabes que, dame chance, estos ni nos dejan rezar a gusto, y yo siento como una burla, que digan que ellos la van a resucitar.
Pero mi mamá Carmela, me detuvo con una seña.
Solo faltaba un sainete en ese velorio. Y entonces rezamos mas fuerte, los del pueblo, para acallar los rezos de los otros, y mis primos que se enojan, y que dicen…
Ya nuestra abuelita estaba moviéndose, ya había abierto los labios, y movió sus parpados, pero ustedes con sus rezos, lo han impedido.
Y se salieron del salón de actos, y yo pensé, parte de esta familia ha enloquecido.
Cuando mi tía se llevo a mi tío, era puro huesito ya, lo agarrabas de un brazo, porque parecía que se caería de lo débil, por la tuberculosis.
Exactamente al año, lo trajo mi tía de visita, y al entrar de repente, solo, mi abuelita Luz, no lo reconoció, y que le dice….
¿Qué desea señor? Mi tía traía a su hermano al puro centavo.
Bien limpio, tomando medicinas, vitaminado, pero con la rienda bien cortita; aquí, siempre estábamos, ¡Angelito! No hagas ruido, ¿Qué deseas? Y Angelito, pedía y pedía, y si no obtenía lo que deseaba ¡par de gritos!, y ¡rápido! Hay que darle lo que desea para tenerlo callado.
O si quería calle, pues que se fuera, así no comiera en todo el dia.
Y con mi tía que entra en cintura. Mi tía, le leyó la cartilla, recién llego a su casa: si gritas, o haces un destrozo, tomo el teléfono, y le llamo a la patrulla.
No manito, si te quiero, pero no me andes con amenazas, o gritándole a mis niñitos, porque no sabes como te va a ir.
Y que oye mi tío Ángel, que su madre, mandaba un dinero para sus gastos, y que se pone de grosero.
Se sintió con derecho de gritar y hacer lo que quisiera.
Pero mi tía, nunca se dejo del hermano loquito, y le puso reglas, y todo marchaba bien, hasta donde puede ir bien el cuidar un enfermo mental.
Lo metió al templo de la religión que ella profesaba, y mi tío, iba y venia solo al templo, en Monterrey.
Le cayo diabetes, y una tarde, que iba gustoso al templo, rodeo como siempre un poste de luz, como jugando, como niño, y que se cae, infecto su pie, se le gangreno, se le amputo, y una sobrina de el, una pierna de prótesis le compro.
Mi abuelita, tenia talones y talones de cheques guardados, y ahí venían unos descuentos, que para una casa, y no se que mas descuentos.
Era un bonche grande, lo acumulado en casi 40 años de trabajo, y yo todos esos talones de cheque, comprobantes de esas prestaciones no utilizadas, se los di, a mi tía, para que peleara en nombre de mi tío el loquito.
El merecía algo, de lo que su madre había desquitado, en tantos años de descuentos obligatorios.
Y nunca le he preguntado a mi tía ¿Cómo le fue?, ¿le hicieron caso en México?
No vaya a creer que yo quiero parte de ese guato.
Y después de cuidar por 30 años de su hermano, mi tía enfermo. Y una hija de ella, que brinca, al fin.
Que porque solo su madre, tenia la obligación de velar por el hermano loquito, y ¿sus hermanos mayores que?
Y vuelta a ¿Qué hacemos con Ángel?
Mi prima le dijo a mi papá, o ustedes los mayores se responsabilizan, o te llevo a mi tío, hasta la puerta de tu casa, y ahí te lo dejo.
Dos hermanos ni en cuenta. Calladitos, nadando de muertitos, ni sudaban ni se acaloraban.
Mi papá perdió el sueño, y todo acalambrado andaba.
Fue cuando mi hermano el sacerdote, indago, donde podía internarlo, encontró un asilo en Cadereyta N.L regido por monjitas, y mes tras mes, mi hermano Eduardo, pago, la atención otorgada a su tío Ángel.
Y Angelito, que no se porque le pusieron ese nombre, tal vez por su tía abuela Angelita,
esa tía que se pasaba de mojada al otro lado, y hasta su nombre una vez cambio, por el de Cruz; bueno, pues Angelito, extrañaba a las hermanas de su nueva fe, a las personas creyentes de ahí, a sus maneras de mimarlo, y les echaba bronca a las monjitas, “yo ya no soy católico”.
Sáquenme de aquí, yo ya no creo en su religión.
Y ahí, murió, después de un tiempo largo.
Yo quisiera aquí, externar unas preguntas que me hecho en este tiempo.
¿Será valido meter a una religión a un enfermo mental?
¿En realidad un enfermo así, sabe lo que es bueno y lo que es malo?
Acaso no será, como el aire, el agua, la tierra, que si están a veces contaminados, es por nosotros, las personas “cuerdas” que contaminamos el agua, la tierra, el aire, que nos rodea. Ellos no tienen la culpa, si no están tan pulcros como debieran.
¿Existe mayor purgatorio, que llevar la vida, que mi tío llevo?
¿Existe mayor infierno, que existir sin existir?
No, mi tío Ángel, se fue con Dios, al Cielo, al Edén, o a cualquier parte hermosa, que el hombre imagina para después de esta vida.
Bueno, hermana Mely, creo que ya dibuje un amplio panorama de cómo era mi vida en ese pueblito y como vivían las personas, en ese tiempo ahí.